Cuando viajamos a Estados Unidos, gran parte de la veces, lo hacemos a la soleada Miami, California, o la icónica y bulliciosa Nueva York. Cuando nuestra vida está marcada por el cine, y la música, no podemos dejar de echar un vistazo al viejo sur. Con mi maleta cerrada, con tonos de tradicionales melodías en mi mente, corro al aeropuerto.
Volaba a Nueva Orleans para conocer el tradicional sur, y lo que aportó a varias generaciones esta musicalmente prolija zona de los Estados Unidos. Además Memphis, Nashville, Indianapolis para terminar en la ciudad del viento. Chicago. Una ruta inédita. De sur a norte. Tras un cómodo vuelo vía Washington, llegamos a Nueva Orleans. Su sola mención motiva evocaciones intensas.
Este es mi cuaderno de ruta.
Nos alojaremos en el mismísimo “barrio francés”. Siento desilusionaros, pero por fortuna el devastador Katrina, es solo un mal recuerdo. Los restos son imperceptibles, o permanecen cerrados, sin rastros exteriores, como en el enorme auditorium, situado dentro del inmenso parque de Louis Armstrong.
La ciudad es un gran corazón, en donde late un mestizaje intenso de España, Francia, África, y leves pinceladas estadounidenses. Un lugar en perpetua fiesta, emocionante y única. Aunque colonizada por Francia, pasó a manos españolas. Bourbon Street es la calle de Borbón, se mantienen banderas españolas por doquier. Orgullosos de su pasado.
Nos disponemos a comernos la ciudad, que se asienta en una de las orillas del indómito Río Mississippi, y muy cerca de su desembocadura en el golfo de Méjico. Comenzando por la Plaza del Cabildo, centro del poder colonial, torcemos a Bourbon Street, y vagamos por el Barrio Francés, cuya característica primordial son las casas estilo colonial español; de ladrillo rojo, con sus balcones inestables, y pilares añejos de hierro forjado.
Hoy en día son restaurantes y bares, desde donde puedes escuchar música en vivo, sobre todo Jazz. La música fluye por todos los rincones, la luz y la noche son especiales, una cerveza y un bourbon son ideales compañeros para disfrutarla. La peculiar cocina Cajún, con dosis de la salsa local (la archifamosa) Tabasco pone calor a unas calles en donde domina un constante jolgorio.
Pero no todo es música; hay que conocer el Parque de Louis Amstrong, ver las mansiones coloniales, subirse al Natchez, que es una réplica de los antiguos vapores que surcaban el Mississippi, impulsados por palas situadas, en un inmenso tambor en la popa de la nave. Tantas películas en mi mente. Si queréis aportar un toque más cinéfilo, los barcos visitan las antiguas plantaciones.
Reconoceremos a la larga fila de árboles de Oak Alley Plantation, como el escenario perfecto de las antiguas películas de época de Guerra Civil, como Norte y Sur .
Salimos de New Orleans en dirección a Natchez (estado de Mississippi). Dejando la ciudad acuática, atravesamos un inmenso puente de 42 km, sobre las aguas del lago “Pontchartrain”, inmensa obra de ingeniería. Parece que nuestro transporte es una balsa, que flota sobre el lago.
Hacemos un alto en Baton Rouge, capital del estado… y como tal, tiene su capitolio , inmenso edificio que coronamos en su planta más alta, para tener una visión 360 º de la ciudad. En su puerto, pasan enormes barcazas que son empujadas por remolcadores por todo el río.
En este caso, su capitolio es el más alto de EEUU. La visita a su Senado y a su Congreso, completan la misma.
La comida siempre es en ruta. Esos peliculeros locales de carretera, estilo años 50, con camareras mascando chicle y estética americana existen de verdad. Descubrimos que en los restaurantes de ruta, no se venden bebidas alcohólicas. Debes comer con café, coca-cola o cualquiera de los cientos de bebidas de colores que tienen en sus expositores frigoríficos. Curioso, controvertido, pero es su cultura.
Por la tarde llegamos a Natchez, que es un pintoresco pueblo, con sus mansiones “Antebellum”, es decir, antes de su Guerra de Secesión. Magníficas, con sus enormes columnas en sus fachadas.
Entre ellas “Tara”, donde salen algunos planos del rodaje de la película “Lo que el viento se llevó”. El casino, situado en las orillas de Mississippi, pone el punto perfecto a nuestro día; no ganamos pero fue muy divertido.
Memphis es uno de los punto álgidos de nuestro viaje. ¡¡Elvis, Pelvis¡¡, se decía de este huracán de la música, por los sensuales cimbreos de su cadera. Mito de masas, todavía sigue siendo el rey. Intuía, que el día de hoy, sería especial. En pocas horas nos plantamos en Graceland, la casa del Rey del Rock and Roll, hogar donde vivió, y descansa el llorado y adulado Elvis Presley.
Vivió en Graceland; una mansión situada a unas pocas millas de Memphis (estado de Tennessee) que destaca por su sencillez. Elvis llegó a ser millonario, pero su mansión está lejos de ser vanidosa; de tamaño «adecuado», no es especialmente suntuosa. El lugar vivió alegres días con sus padres y su tío. Muebles cómodos, pero sencillos, una discreta piscina anexa, y una zona muy verde, para disfrutar de sus caballos.
No falta la procesión mitómana. Su tumba, situada muy cerca de la casa, es un “memorial”, en donde descansan también sus padres, su tío y un hermano pequeño. Es sobrecogedor y emocionante. Una sencilla lápida, en donde reina un respeto casi ceremonial entre los visitantes. Simplicidad de alguien que vendió millones de discos de oro y platino, y cuyas canciones todos somos aún capaces de recordar, en una de las épocas musicalmente más doradas del país.
Quiero guardar silencio, y recordar alguna canción. El mejor homenaje a un ser enorme, que yace a nuestros pies.
Sus fans podemos disfrutar de un museo, con decenas de objetos personales que van desde sus coches y motos (menos los que por su generosidad compró para sus amigos o instituciones), pasando por sus trajes, muy característicos por sus cuellos, y para terminar en las tiendas, que nos llenan de T-shirts, CDs, magnéticos, etc, para que tengamos nuestro pequeño recuerdo de la visita y la satisfacción de haber estado allí.
Un nuevo hotel se levanta en el complejo; para recordarlo más si cabe, el año que viene se cumplen los 50 años de su muerte. Las entradas a los eventos están vendidas, e intuyo que el espectáculo será inmenso. Hoy en día los derechos de sus discos e imagen generan varios cientos de millones de dólares anuales, para la fundación que gestionan su esposa Priscilla y su hija Lise Marie.
Por la tarde, visitamos la ciudad de Memphis y su famosa calle “Bale”. No pudimos dejar de visitar de otro gran figura de la música: el local de B.B.King (recién fallecido), Blues y Rock nos envuelven por todos lados.
Luego en otro local (Jerry Lee Lewis), nos deleitamos con un delicioso guitarrista local. Quizás uno de los más fantásticos que haya jamás escuchado. Otra gran noche de ambiente musical, y con una estupenda temperatura que nos acompañó durante estos 10 días de septiembre.
Partimos de Memphis hacia Nashville (estado de Tenneesse). El sur es música, pero también fue discriminación racial. Allí comenzó y terminó todo. En un país segregacionista se separaba a blancos y negros en espacios públicos, hasta que Rosa McCauley se negó a sentarse en la zona de negros de un autobús en 1955. Y el mundo ardió. Martin Luther King canalizó todo el descontento negro, y se armó la «marimorena».
Hay que visitar el Museo de los Derechos Civiles. Este, está situado en el Motel Lorraine, donde fue asesinado Martin Luther King, defensor de los derechos civiles de los afro-americanos. La visita sobrecoge, con las fotos, los recuerdos, etc. La lucha por conseguir la igualdad, comenzó de forma decidida en 1955, pero hoy todo parece indicar, que la desigualdad no está superada. Los problemas raciales vuelven a aflorar estos días en EEUU.
Luego en la misma Nashville visitamos Sun Record Studios, cuna de las primera grabaciones del Rock and Roll, y donde pudimos escuchar la primera grabación que hizo Elvis Presley (desde donde su música da luego un giro espectacular) y ver el estudio de grabación; y lo que llaman la foto del millón de dolares, realizada en el estudio con Elvis Presley, Jhonny Cash, Jerry Lee Lewis y Carl Perkins, cantando y tocando juntos. Luego Elvis realizó toda su carrera discográfica con RCA studios. Por la tarde visita a la Universidad de Vanderville, Partenón y Parque del Bicentenario.
Como curiosidad, decir que el Partenón es una fiel copia y completa del Partenón de Atenas, con la impresionante estatua de la diosa Atenea en su interior. Vuelve la noche, y la música me llama. Esta vez en el Wildhorse salón, para entrar en materia con buena música Country local.
El sur es melancólico, y paseamos con una calesa con guirnaldas iluminadas y en forma de calabaza (como Cenicienta). También viene la música de cada esquina. La animación bulle por sus calles.
Seguimos subiendo al norte. Si la música corre por las venas del viejo, sur también los deportes, y en el caso de Indianapolis, la gasolina corre por sus venas. Ciudad del estado de Indiana, es la localización de otro símbolo esencial del país. Lugar de la “Indianápolis Motor Speedway”, donde entre otras carreras de la NASCAR, se celebran la “ 500 Mile Race”.
Las cosas son de dimensiones colosas e impresionantes en América. Que óvalo más formidable; se oyen rugir los motores lanzados a más de 300km/h., huele a gasolina. Una modificación del circuito, permite a los americanos recordar estos últimos años, quienes son los campeones del mundo en Moto GP.
El Museo del Automóvil es increíble. Ver todo tipo de coches que han corrido y ganado en el circuito. Hermosa colección de coches de carrera. Hasta el rugido de los motores producen una melodía muy peculiar. Por la noche, salimos a descubrir el centro de Indianápolis y degustar una buena hamburguesa; eso sí, en un pintoresco lugar, regado con uno de las más de 100 tiradores de cerveza que tenía el local. ¡Qué difícil elección¡.
Final de trayecto, y una gratísima e inesperada sorpresa. Eclipsada por Nueva York, esta gran metrópolis se llama la ciudad del viento, pero creo que tendría que ser llamada «la cuna de la arquitectura». Chicago (estado de Illinois) me roba el corazón, me dejó boquiabierta, y con la necesidad de que algún día debo volver.
Es una ciudad de comic. Sí, Nueva York es la metrópolis de Superman, Chicago es Gotham City. Cuna de grandes rascacielos neogóticos, el skyline es impresionante. Empezamos con una visita generalista de la ciudad, pero sé que me va a gustar; vamos a disfrutar de la misma. Y así fué.
Nos recomiendan que hagamos el recorrido en barco, es un “bateau mouche” americano, por los canales y que luego, después de atravesar la correspondiente esclusa de nivelación, de las aguas del canal con el Lago Michigan (solo 400 km de largo por 200 de ancho). Desde este lago, podamos el perfil urbano de Chicago iluminado. Si de día la travesía es preciosa, la vuelta al caer la tarde, y con toda la iluminación de los rascacielos, edificios emblemáticos, sus antiguos puentes metálicos levadizos, nos deja embelesados.
Dentro del lago pudimos ver salir la luna; plenamente llena y anaranjada, que se mantuvo durante algunos minutos sobre la línea del horizonte, en perfecto equilibrio; cuando un barco pasaba a lo lejos entre nuestra mirada y la luna, este cuerpo quedaba reflejado en negro sobre la misma, parecían imágenes sacadas del cuento de Peter Pan. Un momento muy especial.
Ya de vuelta en la ciudad, el metro aéreo, the Loop, culebrea por los colosos edificios, y las luces de la urbe dan un aspecto fantástico. Casí veía a Batman por los tejados, y en medio de las torres desafiantes.
Al segundo día, compramos los tikets para tomar el BUS “Sightseeing Tours” para no perdernos nada de lo que había de visitar.
Empezamos con la Torre Sears, y su vista panorámica de la ciudad, desde su planta 103 a 412 mts de altura. La altura máxima con antenas es de 520 mts.
Seguimos con el parque del Milennium, donde podemos ver un auditorium al aire libre, obra del mismo arquitecto del museo Guggenheim de Bilbao.
También el famoso guisante, escultura de 20 mts, en acero inoxidable plata sin ninguna costura (costó mas de 12 M de $), donde te puedes ver reflejada y hacerte la foto correspondiente. Visitamos la Water Tower, El Sky de Chicago, Planetarium, Acquarium, El Navy Pier, Hard Rock , la Golden Mile (Milla de oro) que corresponde a la Avenida Míchigan, Field Museum y un largo etc de sitios.
Quería reflexionar sobre este intenso viaje y hacer algo tranquilo. Así; mi tercer y último día de estancia en esta hermosa ciudad, lo de dediqué a pasear tranquilamente por la Avenida Michigan, para efectuar algunas compras, y por el parque del Milennium, y sobre todo para grabar en mi memoria el enclave que forman el : Michigan Bridge con su canal, la Torre Trump, el Chicago Tribune, y la vista de la Avenida Michigan.
Una foto para el recuerdo inolvidable.
Carmen Fontana