Sobrado y Pambre….de monjes y caballeros
No, no es la nueva entrega de los Pilares de Tierra, pero lo parece porque la historia parece haber sido sacado de la nueva entrega de Follet, y una nueva historia medieval en la aldea de Kingsbridge. Galicia es húmedo, muy húmedo y hay días que a pesar de la lluvia, por muy intimista que sea, te empuja de conducir. Marzo está siendo lluvioso pero es lo que tiene Galicia. Es siempre una sinfonía de colores.
Conduzco entre Santiago a Lugo, el interior de Galicia, y en Palas de Rey, a poco más de la mitad de camino, tuerzo hacia Pambre. Tierra de Ulloa es una de los parajes más melancólicos, pintorescas, y tradicionales de Galicia, glosada en la obra de Pardo Bazán. «Los Pazos de Ulloa». Bosques de castaños, campos amarillos por las primeras flores, y una inmensa gama de ocres, bermellones, crema, y marrones hacen del camino un placer para la vista. Es una zona tan hermosa, e intemporal, que parece todavía escuchar el paso de los señores sobre caballos hacia el enigmático Castillo de Pambre.
…de caballeros
Y es que, en Galicia, hemos tenido una especie de revolución particular. Irmandiños, revuelta de la «plebe» galaica contra unos señores especialmente brutales. Malas cosechas y tropelías varias hicieron que el siglo XV, las tierras galaicas fueran un enorme polvorín. 130 castillos destruídos, aunque como todo fue una revolución romántica pero inútil, que dejo a Galicia sin castillos. Aunque como Pambre sobrevivió, no se sabe si por su complejidad en el ataque, o porque su señor huye dejando al castillo en manos de los Irmandiños, que respetaron el lugar. Hoy, aunque es uno de los pocos bien conservados, ha caído en un abandono lamentable a la espera de una rehabilitación que se supone que comenzará este año.
Solo por caminar por sus enigmáticas esquinas, abandonadas esquinas, no podemos dejar de imaginar su opulencia.
…y monjes
Volvemos a la carretera, y regresamos a Santiago, pero torciendo por Arzua (tierra de quesos), hacia Sobrado. A lo lejos, y cruzando también zonas de indudable belleza vemos la imponente presencia entre el verdor, de un verdadero «Cluny» galaico, que nos hacen imaginar la riqueza y prosperidad de la orden monacal sobre todo entre el siglo X y XVII. Una fachada peculiar da entrada a uno de los complejos monásticos más deslumbrante y grande de Galicia.
Caído en el más absoluto abandono y ruína, tras la desamortización de Mendizabal,a finales del XIX. Fue levantado casi pieda sobre piedra, por el Cardenal Compostelano Quiroga Palacios en 1954. Nos resulta imponente la inmensa iglesia barroca, con aires meláncolicos, su sacristía, y unos claustros que parecen sacados de cualquier escena del Nombre de la Rosa. Hoy, además de monasterio, es hospedería. Destaca además, la Sala Capitular con techos abovedados con crucería.