Compostela es piedra, humedad, y la semana santa, es intimista quizás por el efecto de la pertinaz lluvia primaveral. No es una Semana Santa vistosa, ni celebrada en la calle, como ocurre en el Andalucia, pero de forma furtiva, bajo paraguas, con alguna torrija y chocolate en algún tradicional café del casco histórico; música sacra y las tradicionales visitas a iglesias. Y en Santiago ademas de la catedral, «la madre de todas las iglesias», tenemos para dar y tomar.
No hay orden monastica y conventual que no este representada. Me permito recomendar mi «top seven». Como el número de visitas recomendadas en la tradición católica, de tiempos de Semana Santa». Románicas, barrocas, neoclásicas incluyo desde las más opulentas, a recoletas capillitas con una historia particular. No están todas las que son, ni son todas las que están. Vaya mi disculpa para Sar, San Miguel, San Benito, y otras tantas.
1) San Francisco: Una de las imponentes de la ciudad, y también de las pocas que sufrió un desplome parcial de su fachada. Detrás de la Facultad de Medicina, asombra por su tamaño exterior e interior. Construida como parte del monasterio del mismo nombre, tras la visita de San Francisco de Asis a Compostela en el siglo XIII, en un terreno llamado Val de Deus, perteneciente al vecino San Martín Pinario, y comprado por una cesta de truchas. Sufre reformas varias, y la iglesia actual es barroca y neoclásica.
2) San Martin Pinario: Como parte del monasterio del mismo mombre, el tamaño de San Martín Pinario desafía todas las proporciones. Fue uno de los monasterios más ricos de Galicia, ahora es Hospedería y Seminario, y la iglesia se usa como museo y eventos varios. Un lugar que sigue teniendo tintes misteriosos, quizás por los fantasmales escudos de la puerta. Las estrellas son, además de la fachada del SXVII, y el coro ligneo, el imponente retablo barroco de Mateo de Prado. Es la magnificencia hecha iglesia.
3) Animas: Es quizás una de las más modernas de la ciudad, del siglo XVIII. Levantada sobre el último tramo del Camino de Santiago, en Casas Reales. Levantada gracias a las limosmas de los devotos de las Almas del Purgatorio es también de tamaño considerable. Es diseñada por Ferro Caaveiro y Ventura Rodriguez. Lo más destacado, es quizás el enorme Via Crucis que decora el retablo y las naves laterales. Único, bellísimo. De una potente fuerza escénica, es diseñado con todo color por Prado Mariño.
4) San Agustin: Es otro colosal edificio, que proyecta su imagen sobre la Plaza de la Pescadería. Levantado como parte del Monasterio Jesuita de San Agustín, es un edificio del Siglo XV, cuya característica más destacada es el destrucción de una de sus torres por un rayo en 1788. Nos encontramos también con una fachada neoclásica. Los fondos para su construcción vinieron del Conde de Altamira, que tenía su palacio al lado de la iglesia.
5) San Pelayo: Muy pequeña, detrás de la Quintana, y dedicada al Martir Gallego San Pelayo. Originalmente monasterio masculino, es entregado a las Benedictinas más adelante. Un lugar vinculado al cuidado del altar del Apostol, y atención a los peregrinos. Hay varios detalles destacados además de su riquísimo retablo barroco, y que es el canto de las monjas a las ocho de la tarde, y ser el primer lugar en donde, antiguamente aparece la primera receta de la Tarta de Almendra. Aun se puede comprar, bajo encargo en su torno. El niño Pelayo, fue el hijo del Obispo de Tuy despedazado por los Sarracenos por no renegar a la fé. Malas lenguas dicen, que fue por no cumplir con los deseos sexuales del califa del momento.
6) San Fructuoso: No es que sea especialmente grande, pero es una de las pocas iglesias circulares de la ciudad. Diseñada a los pies del Obradoiro, detrás del Palacio de Rajoy, su fuerza estética reside en su contemplación desde lo alto de la plaza. Es erigida en el siglo XVIII, y su fachada es una pura feligrana churrigueresca, diseñada por Ferro Caaveiro. Destacan las figuras de las cuatro virtudes en la fachada. Lamentablemente es una de las iglesias que pasa más desapercibida en la ciudad, por la presencia vecina del imponente Obradoiro.
7) Salome: Es pequeña, pero una presencia esencial en la belleza monumental de una de las calles emblemáticas de la ciudad, como a Rua Nova. No podemos entender el casco histórico sin esta castiza iglesia. Es la única dedicada a Salomé, la madre del Apostol, y tiene cosas verdaderamente destacadas. En primer lugar, la curiosa talla de un ángel con gafas, la imagen de la virgen en cinta en su fachada, y un entrada decorada con una triple archivolta que viene a ser una prolongación de las soportales de la calle. Del siglo XII, tiene añadidos posteriores como la torre barroca.
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