SEVEN SEAS EXPLORER: El barco de los sueños
Caminaba por una de las terminales del puerto de Barcelona. Delante de mí, se alzaba la elegantísima silueta del Seven Seas Explorer. La última criatura de Regent Cruises, una de las compañías más lujosas del mundo. En la mente de Frank del Rio, CEO de Regent Cruises en 2011, se comenzó a visualizar una nave que diese que hablar. Debería ser el barco más lujoso del mundo.
Pero seamos serios. Cada vez, que una compañía anuncia que su barco es el más lujoso del mundo, el sector se muestra escéptico. Pensaba que quizás fuera un eslogan muy exagerado, a pesar de haber sido botado con todo el glamour posible, por la princesa Charlene de Monaco el 13 de julio de 2016. Por gentileza de Un Mundo de Cruceros, visitar Explorer es un privilegio. En el mundo del lujo, en donde las experiencias no tienen precio, tendrían que ofrecer algo único. Los buques de Oceania, compañía hermana, son tan hermosos, que el carísimo barco de los sueños, tendrían que poner el listón muy alto.
Entramos con veneración, y por primera vez desde hace mucho tiempo descubrí que el Seven Seas Explorer juega en otra liga. Se ha tirado la casa por la ventana, para que Regent Cruises sea la referencia más exclusiva en el mundo del lujo. Maravillado, comencé a recorrer el barco. Iba a ser algo muy fugaz, como una visita, y traté de empaparme en un mar de detalles.
Se podría definir el barco en cuatro ejes esenciales.
ARTE
Con un ratio tripulante por pasajero de 1:36, uno de los más óptimos del mundo, se gastaron millones de dólares para crear todo una nave suntuosa y palaciega, en donde el presupuesto no fuera un problema. Debería ser lujosa, y clásicamente refinada.
Esquina tras esquina, no dejaba de abrir mis ojos. 54000 toneladas, 14 cubiertas alojan a solo 738 pasajeros. Las cubiertas inferiores 4 y 5, y además la 10 y 11 alojan los espacios públicos. Su hall, y sinuosas escaleras, dan acceso a un sugerente universo de dos niveles, en donde domina un sereno universo de ocres, arena, perla, oro y beiges. Encima, algo muy presente. El cristal de prestigiosas marcas, brilla también en la lámpara del atrio.
La compañía contó con el diseño refinadísimo, de Kim Lanza y ICRAVE de Nueva York. Se gastaron más de seis millones de dólares, y dos años de búsqueda en las galerías de arte más prestigiosas del mundo. Hay 2500 piezas de arte, en donde destacan 2 Picassos, y 1 Chagall, además de elementos ornamentales francamente deliciosos.
ESPACIOS UNICOS
Nada del barco debe parecer barato. Primero las Lalique y Murano se encargar de llenar el barco de cristal exquisito. Los mejores cueros, alfombras, maderas, y mármoles. Además de mobiliario de autor, está ordenado y distribuido para que todo sea una pieza de artesanía flotante. Hay varios espacios que hacen sentirnos maravillados.
El Spa nos ofrece, en principio una transición algo brusca y cuestionable. Pero el reputadísimo Canyon Ranch, el Spa de ricos y famosos en Estados Unidos, no solo por tratamientos vips, sino por unos elementos ornamentales de ensueño, nos ofrece un mundo de voluptuosidad balnearia, sin límites.
Enormes pasillos, modernidad y tradición. Decoración usando elementos marinos, y mucho diseño. El Explorers Lounge, de estilo art decó, tiene un efecto woww destacable. Una especie de lienzo decorativo, mezclando de forma inteligente caoba, tonos azules oscuros, y en donde se juega de forma magistral, con la iluminación, para conseguir que sea uno de los espacios más elegantes, en cualquier barco de crucero.
Dispone de un inmenso Culinary Arts Centre, en donde se ofrecen clases de cocina étnica, de acuerdo a las culturas culinarias más destacadas del mundo. Sus vistas al mar, son un aspecto destacado. Cocinar y contemplar los países marinos. Me maravilló el buffet, con sus mobiliario estilo años 50.
Islas inmensas, y una terraza amplísima en el exterior, en donde siempre hay mesas para todo el mundo. No podríamos esperar nada menos que materiales nobles en las cubiertas, tumbonas, espacio en cada esquina, y una enorme piscina. Y por supuesto, uno de los pocos barcos, con una fantástica piscina infinity.
Lamentamos no haber podido entrar en el teatro.
PALACIEGAS SUITES
Las suites, todas exteriores son siempre mimadas en todos los barcos de lujo. Aquí destacan por encima de cualquier otro. Se esperan tranquility beds, menús de almohadas, materiales de primera calidad, espacio y una deocaración boutique. Visitamos una Concierge Class con ciertos privilegios. Los amenities de L´Occitane, de la linea La Mer & Mistral destacan sobre el mármol y mosaicos de unos baños suntuosos.
Encontramos en este clase de suites, además de los tradiciones servicios de las suites inferiores como albornoz, zapatillas, caja fuerte, vestidores, minibar rellenado de acuerdo a nuestros gustos las siguientes cosas.
-Internet gratuito
-Descuentos varios
-Mayordomos
-Canapés diarios
-Transfers de tierra
A más nivel, más lujo. Diez tipos de suites, en donde destaca la imperial Regent Suite,diseñada por Dakota Johnson, en donde se ha gastado un dineral. No solo dando espacio para acomodar el único Spa privado a flote, sino piezas tan únicas como un piano Steinway Arabesque. Sin duda, lo mejor que el dinero puede reservar en cuanto a lujo en alta mar se refiere. Ni más ni menos que la friolera de 360 metros cuadrados de placer sin límites.
GASTRONOMIA UNICA
La última faceta, pero la más importante. La gastronomía, como elemento básico en cada crucero. Creatividad, cocina de autor y grandes chefs. Y sobre todo «alternativas». Cierto es, que el Compass Rose, elegante restaurante principal es una deliciosa mezcla de colores acquamarinas, y cremas. Y también la enorme decoración, de la lámpara de azul «Mykonos», le da un aspecto muy dramático.
Pero el Pacific Reef es único. Cuando entras, tras dejar atrás el espectacular poste de oración budista tibetano. de 300 toneladas, entramos en un gran espacio. Me recuerda fotos, que ví del antiguo Normandie. Opulencia, usando colores, texturas, y elementos decorativos, eclécticamente mezclados de culturas orientales.
Cocina china, thailandesa, coreana o vietnamita Además del Sette Mari, o de la brasería Prime7, me pareció delicioso el francés Chartreuse, con sus elegantes cubreplatos de Versace. Nosotros pudimos degustar una aproximación gastronómica en el Prime7. Agradezco también la gentileza de Regent Cruises en este aspecto.
Comiendo en el Explorer
Todo presentado y servido de forma impecable, y con una gama de sabores muy cuidados. Desde una sencilla ensalada de langosta, frutos tropicales y aderezo de cítricos. Un consomé divino, hasta un pescado que se deshacía en la boca.
Con la carne, en donde se sirven los cuchillos con dos colores dependiendo de si eres una dama o caballero, no necesitaba preguntarse como la queríamos. Ni medio, poco, muy hecho. ¡Perfecto¡. El postre apuntaba, pero quizás la tarta de queso al chocolate pecaba, en exceso, de untuosidad.
Los petit fours ponen siempre el punto perfecto. Aunque es un leve aperitivo, creo que el título del «más lujoso del mundo» es más que acertado.