Las tribus del Norte de Thailandia
Al ir llegando al norte del país el paisaje se va haciendo más montañoso y el clima más benigno. Chiang Mai se mantuvo aislado y semi-virgen hasta hace poco tiempo, exactamente hasta que aviones, trenes y carreteras unieron la capital con el exótico norte. Ahora los shopping lo invaden todo, pero todavía hay retazos de tipismo y tradición.
Desde lo alto del hotel, tengo una fantástica imagen del Valle de Ping. La segunda ciudad del país dista mucho de parecerse a Bangkok. Un enorme manto verde, trufado de pequeñas construcciones, muy pocos edificios que despunten en el horizonte.
Si bajamos a la sustancia de la urbe, encontramos una ciudad de provincias muy agradable, con algunos vestigios antiguos como casas de madera con tallas, restos de murallas y mercados. Algunos de ellos han pasado de tradicionales a paraísos de las imitaciones para los ávidos turistas.
Tejados fantásticos, filigranas, y todo ornamento.
Pero el norte son visitas a Tribus locales.
HACIA EL HOGAR DE LOS KAREN Y AKHA
Más al norte Chiang Rai es una ciudad fronteriza y a un paso del famoso Triángulo Dorado, famoso por el tráfico de drogas y donde confluyen tres países. Laos Myanmar y la propia Thailandia. Una de las razones para visitar el exótico norte, es visitar los asentamientos tribales, de comunidades indígenas que viven semi-aislados, y en donde todavía es posible ver formas de vida muy rudimentarias y locales.
Previamente había decidido que no participaba en la explotación de las Mujeres Girafa a las que se le impone en muchos casos la práctica de la dolorosa, y perniciosa costumbre de colocar anillas en su cuello hasta que afecta gravemente a su salud, para entretener a los turistas, tipo «feria».
Nos tocaron días de fuertes aguaceros en donde, nuestros todo terrenos, que se quedaron atascados durante un par de horas, en el fango de los caminos de los caminos rurales que conducen a las tribus. Mencionar dos los Karen y los Akha. Cierto que viven de la artesanía, en casas de madera, todavía están ataviados con trajes muy locales, y los más ancianos del lugar se dedican a sorprendentes actividades.
También es cierto, que la globalización llega todos los lados, y los más pequeños y caminan con camisetas del «Real Madrid», y pudimos escuchar sonidos de algún móvil entre los «ropajes» locales. Sin embargo, es todavía una experiencia etnológica de primer orden, y sobre todo el acercarse a otras realidades. Sin duda, fue un contrapunto perfecto. No es que nos sintiéramos como exploradores, pero si que es algo totalmente diferente a lo que uno está acostumbrado a ver en cualquier tipo de viaje.