DUBLIN
La verdad es que Galicia e Irlanda comparten alma, tradiciones, idiosincrasia como viejos pueblos celtas; decido cruzar más allá del Cantábrico, hasta la tierra hermana. Una especie de extensión galaica, en la esfera anglosajona. Irlanda suena a perpetua melodía, y Dublín su puerta de entrada.
El viejo Camino de Santiago, en su versión irlandesa, era en la Edad Media, un largo periplo en unas aguas embravecidas. Hoy solo dos horas, y un cómodo vuelo de Aer Lingus unen Compostela y la pequeña metrópolis irlandesa. Dejamos atrás los verdes campos Galaicos, cruzamos los mares, y volvemos a ver tierras esmeraldas . ¿Hemos tal vez vuelto a Galicia?. Reconozco el terreno. Minifundio, bosques, un verde más intenso.
Cambian las casas, y las vacas por ovejas. Irlanda Y Galicia….como dos hermanas, siendo el panorama irlandés desde la altura un poco menos agreste y decididamente más domesticado. Bienvenido a la dulce Irlanda.
Tras tomar el bus, decido alojarme en el Saint George Hotel. A pesar de que Irlanda es un país con entidad propia, no puede negar años de dominación británica, y sobre todo tener un cierto regusto anglosajón en su forma de vida. No quiero decir que sea como una ciudad de provincias británica, pero como definición usada desde el país vecino, me sigue pareciendo muy injusta. Aunque que tiene cierto sentido, en lo que se refiere a la tranquilidad que siente en las calles de la capital de Irlanda. La situación me permite exploraciones a pie.
Camino hacia abajo, la principal artería de la ciudad que es O´Connell, y en donde se concentran algunos de los edificios más importantes de Dublin, como la Post Office, y sobre todo paraíso comercial, en donde podemos encontrar uno de los templos del consumo que el lujoso Clery´s; una especie de Harrods local. Es una calle para contemplar exquisitos edificios decimonónicos, y rememorar “la no siempre tranquila» historia del país. Como enorme boulevard de casi 49 metros de ancho es ideal para pasear hasta O´Connel Bridge, que es un puente que da entrada al corazón de la ciudad.
Meigas habelas hailes, Galicia e Irlanda unidas por leyendas meigas, fantasmas. Y no hay sociedad mas inclinada a lo paranormal. Su fantasma más popular es el de Molly Malone, popular pescadora con una estatúa al principio de Grafton Street, heroína de la popular canción “Cockles and Mussels”, y que fallece de fiebres, cuando vendía marisco por las calles de Dublin. Una especie de trágica “My Fair Lady”. El aire siniestro, se manifiesta en cada callejón, castillo y esquina de la enigmática Dublin.
No en vano, la presencia sobrenatural es omnipresente también en su literatura, con muestras tan destacadas como los irlandeses Mary Shelley con su Frankestein, y Bram Stocker con su archifamoso Drácula. Leyendas a un lado, la monumental Dublín comienza al otro lado del puente en las inmediaciones del Trinity College, el corazón cultural del país. Universidad tradicional con sus famosos colleges, tan opulentos como las prestigiosas universidades de Oxford y Cambridge, en donde hay que visitar entre otras cosas el famoso Book of Kells. Una joya impresa de un evangelio del Siglo VIII. Edificio del banco de Irlanda, y comienzo de Grafton Street, que es la calle comercial peatonal de paseo, y con el comercio más tradicional de la ciudad.
No podemos perdernos dos centros comerciales tradicionales, como la Powercourt Townhouse, y al final de la Grafton el curioso centro de St Stephen Green, que simula un enorme invernadero de metal y cristal, justo en el parque del mismo nombre, que supone la respuesta dublinesa, a lo que sería el Hyde Park londinense.
Es un parque tradicional con todos los referentes anglosajones, como césped para comer sandwitches y tomar el sol, estanques con patos, y una impoluta jardinería que estalla con todo su esplendor en épocas invernales. En el norte del parque, y tras un tradicional “Irish Tea” en el lujoso Shelbourne Hotel, toca la zona de los museos, entre Kildare Street y Merion Street Upper West. National Museum of Ireland, National Library, National History Museum, o la National Library. Todo paseo por Dublín de terminar caminando al Castillo de Dublín, y a sus dos catedrales Christ Church y Saint Patrick, y por las calles de arquitectura georgiana.
A pesar del carácter anglosajón, los irlandeses son joviales, bulliciosos, vitales, y sobre todo festivos. Dublin cambia su cara, y al atardecer todo bulle de actividad, pubs, música, y fiesta. De esos pubs tradicionales con olor Irish Stew (asado irlandés), baladas tradicionales, y litros de cerveza Guinness.
Temple Bar y las melancólicas riberas del rio Liffey, siguen siendo las partes más gamberras de la ciudad, en donde usualmente se vive la “marcha” más autóctona y local. Algo turistón, se respira una especie de fiesta irlando-latina, hasta altas horas de la noche.
La verdad, es que uno hace lo que puede, pero no estoy en edad de ser perdidamente golfo, y termino rendido en cama. Mañana necesitaba enormes dosis de sosiego, tras una larga jornada Dublinesa. Si podría llamarse, la cosmopolita Irlanda, mañana iba a ser “buscando las raíces de Irlanda”.
Desde que pusieron vuelos directos a Dublín desde Santiago (y además con Aer Lingus, en vez de con el Ryanair de los c…), y tuvieron éxito, y todo parece que van a continuar… he empezado a tener muchas ganas de visitar Irlanda un día. Algún día. No sé cuando (aún)…
Te va a encantar. Tengo ganas de volver y visitar Cork y la Coste Oeste. Es todavía un capítulo pendiente.