HERCULANO.
Sus vestigios conservados, no tienen nada que ver con otro protagonista que compartió también el mismo final, que es Herculano. Más anónima, pequeña, pero infinitamente mejor conservada, y que es una recomendación obligada para cualquier persona con un poco de sensibilidad. Hay cosas intactas, y su estado de conservación se debe a que la ceniza cubrió Pompeya, pero en el caso de Herculano fue un duro fango, que mantuvo la ciudad en un estado inmejorable, hasta que el siglo XVIII en el medio de la ciudad alguien descubrió el magno descubrimiento.
Podemos ir de muchas formas, lo ideal es pactar el precio de un taxi. Pero siempre pactando el precio. Si tenemos presupuesto limitado podemos acceder a través del tren Circumvesuviana, bajando en la estación de Ercolano-Scavi. Las ruínas están a 700 metros. Lástima que los vestigios estén rodeados de casas, que no permiten seguir escavando. Pero lo que podemos ver, nos hace volver a la época romana de golpe, y entrar de lleno en como era la vida en esta opulenta ciudad.
No nos hace falta tener demasiada imaginación. Los detalles conservados incluyen hasta estructuras de madera en muchos casos. Casas intactas, con muebles, tabiquerías de madera, techos artesonados han dormido un largo sueño, y parecen volver a la vida. Hay que visitar los Fornicies, especie de almacenes abovedados en donde se encontraron 300 esqueletos. y se guardaban los barcos. Intentaban refugiarse cuando los gasas tóxicos acabaron con su vida. Se encontró una barca con monedas de oro, un barquero y una familia con ricos ropajes. Obviamente gente prominente intentando huir con su fortuna.