DRESDE. O el arte de reinventarse.
Herida, pero no desaparecida. Mi avión de Vueling entró en medio de una neblina rara, en un opresivo cielo plomizo. Hoy los turistas llegan a Dresde por los cielos, en 1945 llegó la muerte. No quiero recordar la «machada». La Alemania comunista derribó lo que quedaba o casi, convirtiendo todo en una especie de solar. Los traumatizados habitantes, debían partir de cero.
Bajé desde el aeropuerto pensando y con respeto. La Frauenkirche un capricho barroco que colapsó tras aguantar el bombardeo, se eleva soberbia y desafiante.
Los últimos rayos de la tarde la hacen hermosa. Fachadas barrocas recién levantadas, sonaba Vivaldi mezclado con las campanas de una iglesia en el ambiente. Dresde ha vuelto, y se vengará recuperando parte de la hermosura que le arrebataron.
Le ha costado, porque la ciudad lleva setenta años reinventándose. De los casi un millón de habitantes en cierto momento, a los casi 600.000 actuales. Tras la guerra, intentó ser un modelo de ciudad socialista moderna y racional, pero cutre.
Sus habitantes jamás la sintieron como algo propia. Esta esquizofrenia identitaria, parece haber llegado a su fin. Reunificación, euros y lo que era la urbe por excelencia de la Europa Central, que dejaba a Praga en pañales, y aunque la Dresde soñada sea irrecuperable , esta inmersa en un magma de experimentos urbanísticos tan febriles, que hacen que todo reinvente.
No debes dejar Dresde sin visitar varios puntos. Vive apasionadamente su devenir y mutaciones. Esta es mi Dresde ESENCIAL.
El Altstadt. Una estrella con luz propia.
Cuando los alemanes hacen algo, lo hacen a lo grande. Los soviéticos, decidieron que no se podía reconstruir arquitectura «burguesa» decadente.
Derribaron decenas de iglesias, palacios, y hasta casi se atrevieron de dinamitar el Zwinger (como habían hecho con el Palacio Real de Berlín). La hermosa plaza medieval fue un terreno de hierba, en donde ovejas pastaban al lado de las negras ruínas de la FrauenKirche.
Un capricho barroco, fue construída en el XVIII, y de nuevo en 2006, como símbolo de un inquebrantable deseo de superación. En su entorno, ocho nuevas manzanas completas de casas medievales, palacios, hacen del proyecto de la reconstrucción del Neumarkt, lo más ambicioso del mundo. Se supone que tendría que estar terminado en 2020. Y va a buen ritmo.
Si no fuera por los propios habitantes de Dresde, que con sus protestas evitaron que la piqueta tirase todo lo que quedaba, no podríamos ver el complejo histórico, detrás de la Frauenkirche. Compacto, pero hermosísimo.
La Opera Semper, la catedral católica Hofkirche y el palacio del Príncipe Elector Zwinger fueron reconstruidos por la Alemania del Este, y el gran palacio Residenzschloss, junto con palacios aledaños varios, tras la caída del muro. El gran mural del desfile de los príncipes, Fürstenzug ha sido limpiado, y es esplendoroso.
La modernidad destaca
Aunque gran parte de la ciudad sucumbió a una ciudad soviética planificada y lineal, el alma se recupera en el cogollo. Si miramos más allá de la Altdstadt (casco histórico), encontraremos cientos de bloques prefabricados funcionales, que ocupan barrios enteros.
Arquitectura funcional en la otra monumental Prager Strasse, con cierto regusto setentero entre la estación de tren (retocada por Norman Foster), y el ayuntamiento. Si pensamos en la ciudad perdida, nos dará ganas de cortarnos las venas. Si contemplamos a Dresde como una ciudad moderna, ecológica, y próspera, nos parecerá excitante.
Para nueva arquitectura tenemos algunos ejemplos impresionantes como Ufa Palast, o el Gläsernen Manufaktur planta de montaje vanguardista del grupo Volkswagen.
El Elba
Quizás no haya vistas más hermosas, que la ciudad desde el Elba. Cúpulas, torres, palacios, y museos hacen de la Terraza de Brühl uno de los paseos fluviales más atractivos de Europa.
Es un río suave y escénico. La tarde cae, y a las seis de la tarde tañen las campanas de la Frauenkirche, y sus sonidos se mezclan con los nostálgicos sonidos de los barcos de época, que aun surcan el río. Sajonia es un estado verde, fronterizo, y que representó un camino fluvial destacado. Es imprescindible ver sus riberas, tomar un vapor, y acercarse a lugares tan tradicionales como Löschwitz que aun mantiene su aire de barrio «tradicional» bien, de principios de siglo.
Su puente azul es una de las obras de ingeniería más antiguas de Europa. Intacto tras la Segunda Mundial, te encantarán las casas históricas, el funicular más viejo de Europa. Tomando de vuelta el tranvía 11 desde lo alto, regresaremos a Dresde, parando primero en la parada de Elbschlösser. Tres castillos esenciales, en donde Albertbrecht es la estrella. Pillnitz, un poco más alla, y como excursión en vapor fluvial es delicioso.
Ciudad de Museos
Nada más que 44 museos, y 56 galerías, de todos los tipos. Hay complejos museísticos de primer orden. Algunos ejemplos: Cámara Verde, Turca, El Museo de la Ciudad, pinacotecas soberbias, como la de los Antiguos Maestros, con piezas como la Madonna Sixtina de Rafael, o obras de Rubens , Rembrandt, Canaletto. El Albertinum con obras que van desde el Romanticismo al Expresionistas.
Otros interesantes serían: El Museo Alemán para la Higiene (Deutsches Hygiene Museum), el Mathematisch-Physikalische Salon: con instrumentos físicos y matemáticos de la época barroca, o el de defensa Militärhistorisches Museum der Bundeswehr: restaurado con aditamentos de Daniel Libeskind y que contiene una colección de artefactos bélicas de varios siglos.
Dresde de tendencias
Neustadt, en una zona que se mantuvo prácticamente intacta, y con calles de bellos edificios decimonónicos, hay cafés alternativos, restaurantes naturistas, locales de comida étnica, y sobre todo ganas de hacer una Dresden moderna, con pintadas especialmente atractivas y vivas, y experimentos arquitectónico como la Kunstpassage, que aunque es ciertamente «un poco pijamente artificioso», pretende explorar nuevas tendencias arquitectónicas.
Otros puntos.
Si crees que Central Park es uno de los parques más grandes del mundo, es porque no conoces el Gran Jardín en pleno de la ciudad, y un auténtico pulmón verde. Todavía podemos ver el Palacio Real de Verano, kilómetros de jardines, un zoo, tren de época, y es un lugar perfecto para relajarse.
Cuando el 13 de febrero ardía Dresde, hubo una zona que resistió mejor la embestida, y fue la Neustadt. No quedo indemne, pero su barrio barroco, nos hace imaginarnos como era la ciudad antes del Armagedom aéreo. El Markthalle es un viejo mercado gourmet, a la imagen y semejanza de otros en otras capitales europeas.
La Yenidze parece una exótica mezquita del mundo de las Mil y Una Noche. Antigua fabrica de tabaco, tiene una hermosa cúpula oriental de cristal y minaretes y ha sido reconstruido, para que sirva de restaurante, con las mejores vistas de la ciudad.
Altmarkt. Parte del antiguo casco histórico, esta gran plaza es una zona de transición entre lo nuevo y viejo. Sus dimensiones son ciclópeas, y de antigua plaza del mercado, hoy celebra el mercado de navidad más grande de Europa.
Ha perdido el 90% de sus edificios históricos, y el Palacio del Pueblo (horrible mamotreto de la época soviética) que ha sido indultado por representar un edificio que ocupó la vida cultural de la ciudad, en la oscura era socialista, encaja bien con otros edificios que dan aspecto de gran capital europea; en general, hacen del conjunto una interesante mezcla de nuevo y viejo.
Las dos torres del ayuntamiento, otro de los edificios que sobrevivieron, y la Iglesia de la Cruz dan un toque vintage, que nos hacen de nuevo añorar la vieja Dresde. Las terrazas aledañas, son perfectas para una comida, o copa en el verano sajón.
Y para terminar algo de «parque temática trágico», pero imprescindible. Es lejos, y llegar al Dresde 1945 Yadegar Asisi implica el tranvía 1 y 2 desde PostPlatz, hasta Zwinglisstrasse y luego el bus 64 hasta Gasantalstrasse 8.
Una enorme cúpula, en donde se proyecta una visión en 3D, de como quedó la ciudad tras el bomdardeo. En el centro una enorme plataforma, desde cuyo último piso, simula el mirador de la torre del ayuntamiento. Es muy duro, pero no se podrá entender el renacimiento de Dresde, sin sumergirnos en sus ruínas.
GUIA ESENCIAL
¿Como llegar?
Desde España, hay muy pocas conexiones directas. Salvo algún vuelo directo desde algún destino de Costa como Palma con Ryanair. Desde numerosos aeropuertos españoles, Lufthansa es la conexión natural vía otros puntos como Frankfurt o Munich. También se puede volar a Berlín y luego en tren.
¿Donde alojarse?
Hay hoteles de todos los tipos, pero si buscas algo decente, y a buen precio, debes quedarte en el Dresden Ibis Budget A 200 metros del casco histórico, y con precios muy bajos, ofrece una relación calidad precio impresionante.
De reciente construcción, es algo anodino y minimalista, pero no resulta cutre. En el nudo de comunicaciones más activos de la ciudad (Postplatz), está encajado en el centro comercial más grande de la ciudad, en donde hay decenas de lugares donde comer a buen precio.
Las habitaciones con amplias, luminosas, y con un diseño sencillo pero innovador. Cabina de ducha integrada, lavado dentro del dormitorio, y unas camas comodísimas. Dispone de un salón de desayunos buffets. Por supuesto como todos los Ibis, wifi rápida e ilimitada.
¿Como moverse?
Es una ciudad grande, y con decenas de atracciones y entradas a monumentos y museos caras. La red de tranvías, trenes y autobuses es capilar. Recomiendo algún billete conjunto que de acceso gratuito a museos, y viaje ilimitado. Hay varias tarjetas, pero Dresden Welcome Card, de dos días, es la más recomendada.
Luego la Dresden City Card para transportes y algún descuento. Hay más, pero estas son las más atractivas. Se compran en cualquier oficina de turismo (la principal enfrente de la Frauenkirche).
Para viajar, sin tarjeta, debes comprar un billete en las máquinas de las estaciones (2,50 por zona), y cuñarlos antes de entrar. Permite viaje ilimitado durante una hora. Al aeropuerto hay tren, y hay varias estaciones en el centro para bajarse.
¿Donde comer?.
Es una ciudad cosmopolita, con decenas de lugares de todos los tipos y gustos. La calle más socorrida es Münzgasse justo detrás de la Frauenkirche. El Centro Comercial Altmarkt, encajado en el Ibis, dispone de opciones para comer a buen precio, y de acuerdo a todos los gustos. Puestos callejeros (Imbiss) con la socorrida salchicha alemana Bratburst, los exquisitos cafés bäckerei para comprar algo para llevar, y una recomendación dulce.
Desde finales del siglo pasado la familia Kreutzkamm ha endulzado los paladares de los habitantes de Dresden. Aunque su edificio original desapareció, de entre las ruínas declararon que la ¡Confitería se quedaba¡.
Y ahora en el 25 de Altmarkt, recrean el histórico ambiente del café original. Las tartas son impresionantes, en donde destaca el Baumkuchen con su especialidad. Además tienen taller propio, en donde su Stollen es de fama mundial. Una cita esencial. El Dresdner Eierschecke (una especie de tarta de queso), es otra recomendación local esencial.
¡Guau!! Estupenda guía de viaje que espero utilizar en breve plazo de tiempo. No la conozco aunque he de reconocer que he estado tentado varias veces. Salud, ciudadano viajero!!
Te va a encantar. Cuando este completa la reconstrucción será un sueño. Gracias