CRYSTAL SYMPHONY. Cinco cosas que hacer a bordo.
Vale, me diréis. COMER. ¡Cierto¡. Y se come muy bien, pero no solamente. Zarpamos, y el barco, aunque es una nave tranquila, ofrece bastantes alternativas, para todo pasajeros que busque una experiencias sosegantes, y sobre todo enriquecedoras.
Estoy en mi camarote, y veo que sus casi 70.000 toneladas, nos ofrece grandes posibilidades. En su programa de abordo garabateo, mientras avanza hacia el horizonte.
Como en cualquier barco, el placer de la navegación es algo «gratis» y presente. El color de las aguas, la brisas, las gaviotas jugando con el humo de las chimeneas.
Supongo que no eres de esos que solo contempla embobado toda esta magia marina, y quieres algo más.
Marcaré lo que hacer en el Daily Program.
1) El lobby como enorme shopping: No hay grandes dimensiones en el Symphony a pesar de que por su envidiable ratio espacio por pasajero, nunca ves aglomeraciones en ninguna esquina. Se llama respirar a tus anchas. Un atrio con tonos blancos, verdes agua, y simplicidad zen en donde hay tiendas «como Dios manda». Marcas, perfumería selecta, joyería Stern, y un lugar en donde comprar es una tentación.
2) Enorme piscina a bordo. El espacio se nota en la inmensa piscina exterior, que con su nuevo mobiliario, parece un pijo resort de los Hamptons. Metros y metros para relajarse, sin niños corriendo, sin que nadie te entorpezca en la piscina.
No hay: «of course», baile del perrito, paquito el chocolatero, ni megafonía molesta. Solo enormes cubiertas para disfrutar de la vida exterior.
3) Enrichment: O enriquecimiento personal. Hay gente que además de tomar el sol, y participar en las clases de merengue, les gusta las actividades culturales. Crystal es especialmente buena en ello. Su biblioteca es inmensa, sus clases de pintura y otras artes plásticas increíblemente buenas, y los conferenciantes de primer orden.
Clases de cocina, actividades relacionadas con el destino como en mi caso de «kendo», «origami», artes marciales como el «Kendo», por ser un crucero en Japón. Y siempre el enorme laboratorio informático fotográfico para sus interesantes cursos.
4) ¡Que viva el espectáculo¡. No es que sea unas castañuelas, según el concepto latino, pero ni falta que hace. Ruído hay mucho en otros barcos. Hay cuidados espectáculos de corte tradicional, al estilo Broadway, de calidad impecable. Música «suave» sonando en cada esquina de noche, y hasta una pequeña discoteca Luxe; sin excesos, claro.
Alguna fiesta en cubierta, ponen un tono «animado» a bordo sin pasarse. Salvo alguna sorpresas, como el «despiporre» de la fiesta Abba.
5) Lugares especiales a bordo. Es un barco grande que ha sido renovado, y hay zonas comunes especialmente brillantes. Encontramos lo de todos los barcos como casino, spa genial, pero me encantan algunas zonas que hacen del barco «gracia y estilo» a flote.
El Starlite Club va de babor a estribor y es como un lugar esencial para un cocktail antes de la cena, actividades sociales, o una animada charla con amigos. Adoro el Avenue Saloon, que es una especie de rincón con aires coloniales y materiales preciosos.
Mi rincón para una bebida tranquila. Y para espacios opulentos y abiertos, me encanta el Palm Court. De babor a estribor, acristalado, en lo alto de la nave. Refinado, tonos oro, blancos, cristal, no solo es agradable para el Mozzart tea, sino para escuchar música de piano, mirando al mar.