CRUCERO LE BOREAL 4) Navegando entre Santander y Bilbao


Hoy el mar estaba mucho mas tranquilo aunque absolutamente plomizo. No hay mejor forma de comenzar un día de seminavegacion que un buen desayuno en el camarote, y perder la mirada en el horizonte. Pero, desayuno como Dios manda. Buena calidad, abundante y con decenas de opciones. Se me pegaron las sábanas.


Como ocurre con muchas navieras, hoy seguiremos esa extraña moda de desembarcar en un punto, y volver a embarcar en otro. Arribar a Santander, dejar a los pasajeros de las excursiones zarpar en 90 minutos, y volver a recoger a los pasajeros en otro puerto, en mi caso Bilbao. Como el 90% de los pasajeros del barco, era un grupo de americanos, entiendo la avidez por la «única» excursión al Guggenheim. El amable director de crucero me comunica que el capitán dejará bajar a los pasajeros independientes que no vayan a Bilbao. Habrá tiempo para una tapa de rabas, una caña y comprar Sobados. Y por supuesto una pequeña vuelta por la capital cántabra.

Mi gozo en un pozo, la Guardia Civil impone trabas; demasiado cuadriculados para comprender que aunque  no este prevista el desembarco de pasajeros, salvo las excursiones, la bella Santander llama desde lo lejos. Merci Capt Garcia. Por la acción de mi capitán favorito, y la gentileza de la consignataria Perez y Cia, recibí un inesperado regalo. Tengo que agradecer al Operations Manager Daniel Crespo, por sacarme con su coche y ser el perfecto anfitrión durante 90 minutos por la ciudad. Había experimentado el impacto visual de la espectacular entrada, y quería más.
Una hora y media no es suficiente para disfrutar una urbe tan excelsa. Sin embargo, es uno de esos privilegiados sitios en donde la naturaleza a poco que el ser humano colabore, se muestra esplendorosa. A pesar del incendio que devastó la ciudad en los años cuarenta, esta llena de esquinas encantadoras, calles señoriales, y vistas impresionantes a la ría jalonada de decenas de playas. Siempre con el regusto decimonónico, del lugar guapo de moda de reyes y celebridades, que a principio de siglo hicieron de Santander el lugar más «in». No falto tiempo para una parada en Gómez para la compra de Sobaos. Navegamos hacia Bilbao, y para recrearme en la salida, pido algo en el servicio de habitaciones, seguido de un té el salón Ispahan.

Mirando las actividades diarias, descubro clases de salsa y baile español, dadas por Kemal, bingo, pilates. Parada en Getxo para un txacoli y unos pintxos, y rumbo a la Bretaña. Cuando salía de prisa, pude ver el fantastico buffet mediterráneo, servido tanto comedor principal como en el restaurante buffet; pero sigo prefiriendo las cenas con toda la parafernalia. Si ayer fue un arte, hoy el macarron de pistacho con helado es de esas cosas que te hacen perder el sentido.

y por fin echaba de menos un show tipo «cabaret parisian». Sensacional. Una copa de Drappier antes de dormir, es perfecta para acompañar los preparativos de una escala inédita. Ile Belle-Bretaña. El tiempo no termina de arreglarse.

Continua en:

http://www.waveandwind.net/2013/04/crucero-le-boreal-5-suite-life.html

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