CROACIA EN L´AUSTRAL: KORKULA
Una de las infinitas islas del archipiélago croata, se presentaba como la escala perfecta para el “dolce far niente”. La jornada anterior había sido particularmente agotadora, con cocktails, excursiones, descubrimientos varios. Ya por la mañana el barco se desplaza lentamente por un litoral escénico, y nada mejor que pedir el desayuno en el camarote. Crucero de lujo de verdad. Pueblecitos, yates, costa escarpada es lo que ofrece la croacia más inédita, en donde de momento no hemos visto ningún otro crucero.
Tenemos incluso un cambio de itinerario, por el que Dubrovnik pasará a realizarse otro día porque el capitán considera que toparse con otros nueve cruceros en el puerto, no es lo que espera la compañía para sus pasajeros. Mañana de navegación, fitness en un gimnasio que aunque posee modernas maquinas de Kinesia, resulta pequeño para las actividades en grupo. Media hora energética.
A sacar algunos defectos al barco si puedo. L Austral tiene una única piscina en popa, que aunque resulta especialmente pequeña, es suficiente. Sin embarco el diseño de las cubiertas exteriores no es demasiado brillante. Primero porque no hay tumbonas suficientes alrededor de la piscina, ya mencioné que no disponen de sombrillas, y el resto de están en la cubierta central, mezcladas con las zodiacs para las expediciones, y con acceso subiendo a la cubierta superior, y cruzando varios pasillos.
Bienvenido a Korkula. Este enclave es la típica localidad croata medieval situada en un promontorio, pero me interesaba ver el atraque en el puente, en donde como he dicho el acceso es ilimitado. Hoy usaremos los tender, pero antes un fresco buffet Mediterréneo en las cubiertas exteriores. Estaremos diez horas en Korcula, ,y no quiero prisas. Hasta las once de la noche, también nos permitirá disfrutar de la vida local de la isla.
KAYAK INFERNAL
Y entonces decido tener una idea, que me me iba a costar “sangre, sudor y lágrimas”. ¿Que tal un poco de plácido kayak con parada en una isla desierta para buceo, y otra para bañarnos y tomar el sol.
Lo que prometía ser algo relajante, se convirtió en tres horas intensas de remo en un entorno plácido, natural y hermoso, pero solo apto para personas físicamente muy preparadas. Y eso que nuestro guía local, Zoran nos motivaba con mariscos vivos pescados por el mismo en cada ensenada, o incluso manzanas cogidas en un huerto vecino.
Fue muy agotador, aunque a la larga suponía una carta blanca para seguir atiborrándose de dulces. Fuimos trasladados, de vuelta a Korcula, en un yate local, en donde tuvimos la ocasión de tomar el típico queso y jamón dálmata y un vino joven especialmente curioso. Todavía algo de tiempo para un relajante paseo en la coqueta localidad.
EXPLORANDO KORKULA
La localización es perfecta, con costa alli donde miremos, como si fuera un lago. Korcula es la típica ciudad medieval amurallada construida en una península, tan abundantes en Croacia. Algo así como una mini Dubrovnik.
De hecho antes de la cena, pude pasear por sus callejuelas. Toda la costa Dálmata posee un estilo netamente veneciano, y la localidad es una calle central, en donde se apilan edificios públicos, iglesias, la catedral de San Marcos del siglo XIV, y de un curioso estilo románico-gótico, y el monasterio de San Francisco y su claustro también gótico.
Lo más hermoso del pueblecito no es su localización, sino el boulevard que la rodea, y que está plagado de restaurantes locales, con vistas a la costa. Regresé realmente cansado al barco, en una jornada que prometía ser tranquila, pero resultó intensa, y a la postre un verdadero reto.
Tras una cena, que destaco el plato principal, consistente en pescado Mornay, saquet de pasta filo y verduras Napoleón, y arroz salvaje canadiense. El concierto de piano, solo me traía vergonzosas cabezadas en el teatro. Solo el descanso podría calmar el cansancio.