ANTIGUA: Británica y africana en el centro del Caribe.
Aunque independiente de Gran Bretaña desde 1981, mantiene unos ciertos contactos con la metrópoli, en donde la Reina Isabel II, es todavía la soberana en unas islas con una curiosa mezcla entre «esencia británica», «raíces africanas», e «ideosincrasia caribeña». Dos islas forman el país junto con Barbuda, en donde la pequeña Saint John es la capital.
El Silver Wind, atraca tras navegar en un mar en calma. El Oceania Riviera nos sigue. Cierto que tras atracar, la apariencia del pueblo es paupérrima. Debes cruzar la horda de locales, que te venden paseos en taxi, tours, estancias en resort de playa. Tras salir del puerto, hay veces que entramos en un país africano, y con cierta sordidez.
Que no te intimide el ambiente. Es otro pequeño tesoro; muy étnico y local, de casas de madera, porches, y hasta alguna iglesia colonial también de madera, desde la que sale alguna canción de góspel con las mamis vestidas con gorros y guantes de domingo, como si entráramos en una iglesia de película de cualquier estado, del profundo de Estados Unidos.
La capital de Antigua es autenticidad pura, y no siempre especialmente segura.
SALIENDO DE LA CAPITAL
No hace falta negociar demasiado, para que algún taxista local te lleve a alguna de las exóticas playas que jalonan la costa. El norte es la parte más chic. A media que vamos hacia el norte de la isla vemos una orografía plana, seguimos con las construcciones de madera hasta que comenzamos a subir hasta los Shirlley Hights, en donde podemos disfrutar de las más hermosas vistas desde unos acantilados. Previamente un delicioso paseo a través de hermosas playas.
La verdad es que si algo caracteriza a Antigua, aparte de ser una isla relativamente sin explotar, es la autencidad. Quizás la bahía de película por excelencia inmortalizada una y otra vez, es la Nelson Docks Bay. Lugar de ricos y famosos, está plagada de yates, mansiones, playas exclusivas y establecimientos de élite.