La populosa y vibrante Alejandría, como una de las grandes urbes del Mediterráneo vive una esquizofrénica existencia. Si sus bazares, zocos, mezquitas ofrece un calidoscopio de sensaciones plenamente árabes, otras partes como el famoso paseo marítimo de la Corniche, con aires coloniales franceses mira decididamente al Europa. Y todo ello bajo la presencia del legado del antiguo Egipcio, y otras civilizaciones que tenían a Alejandría como su perla mas cotizada.
Es una especie de segundona a la que pocos turistas se aventura. Se tilda como cutre y caótica. Yo la encuentro siempre vital, bulliciosa, como inmensa ciudad de más de 6 millones de habitantes, en los que el gobierno Egipcio, invierte ingentes cantidades de dinero para hacerla más atractiva y moderna. Como el rostro marítimo del país. En una localización maravillosa, con larguísimas playas urbanas, el epicentro de la ciudad se sitúa en una península. Es una ciudad complicada y extensa, por lo que debemos contar con la ayuda de algún taxista local.
Las facetas de la ciudad son variadas, y su carácter se concentra en la creciente rivalidad con el Cairo, y sobre todo ir forjando su existencia gracias a encajar las piezas que la historia, le ha ido dejando en cada esquina. Fundada por Alejandro Magno, fue la capital de Egipto hasta el 641 DC, hasta la llegada de los musulmanes. Pueblos como griegos, romanos, otomanos, británicos y franceses han intentado hacer una ciudad a su imagen y semejanza.
Podríamos comenzar nuestra exploración en uno de los espacios más extensos de la ciudad, y que lo constituye la explanada de la estación de tren. A la derecha, tenemos una mezquita de cuatro columnas. Probablemente en el mismo lugar donde se encontraba el Museion, una especie de complejo cultural de la época, fundado por Tolomeo Soter.
Justo enfrente, la mezquita llamada Nebi Danyal, sobre la presunta tumba de Alejandro. El entorno de la estación, es un lugar prolijo de vestigios y arte. En el norte de la estación tenemos la zona arqueológica de Kom Al Dikka, y año tras año, y tras cuidadosas excavaciones se han ido descubriendo unos baños romanos, anfiteatro, tumbas musulmanas del siglo IX, X y XI, pero sobre todo, no muy lejos de la zona, la joya de la corona que son las catacumbas de Kom Al Soqqafa.
Han sido descubiertas en 1800 y todavía es posible encontrar, una interesante muestra de nichos, sarcófagos, salas de banquetes entre otras. Un edificio absolutamente imprescindible es el Museo Greco Latino, en Sharia Horreya, como uno de los más extensos del mundo, y en donde no debemos perdernos piezas como la Estatua de Serapis, la Sala del Tesoro, o la estátua de Nike, mascaras funerarias romanas, o una estatua del Toro Apis.
Y es que Alejandría he venido aplicando una ingente labor de reciclaje arquitectónico, en donde vestigios de una época han servido, para erigir otros sobre sus ruinas. Ciudad de la dinastía Tolomea es la cuna de Cleopatra. A pesar de los muchos intentos por encontrar la tumba, de momento no han dado resultados. Lo que si, resultó francamente sorprendente es descubrir un ingente cantidad de ruínas, bajo las poco profundas aguas del Puerto Oriental. Y es que hoy, el puerto está semicerrado por algunas islas, pero en su día había enormes porciones de tierra, que por un enorme terremoto se hundió en mar. En 1994, se descubren las ruinas, y hay planes concretos de convertir la zona, en un enorme parque arqueológico submarino. En el promontorio de Silsileh, con la fortaleza del mismo nombre se encontraba el Palacio de Cleopatra, cuyos cimientos están bajo las aguas.
En el extremo de la península, encontramos la Fortaleza de Qait Bay, construida sobre el famoso Faro de Alejandría. Uno de los proyectos más destacados de la dinastía Tolomea, era de una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, junto con por ejemplo el Coloso de Rodas. La presencia del faro era sencillamente imponente en la época, resaltando desde kilómetros de distancia por sus 138 metros. Por desgracia, un devastador terremoto la derrumba el en siglo XIV. La parte inferior del Puerto Oriental lo domina la avenida de opulentos edificios coloniales blancos de Corniche, que nos recuerdan la presencia europea en Egipto.
No en vano es el barrio europeo más grande de África. Mucho menos adusta que El Cairo, en este paseo se respira una vitalidad, buen vivir costero, y actividad playera constante. Cafés, terrazas, hoteles y clubs de moda, cines, ponen la faceta más frívola y mundana de Alejandría. Entre los hermosos edificios destacamos la Mezquita de Ibrahim, un poco eclipsada por otros edificios, y sobre todo ciertamente avergonzada de los excesos de una sociedad no acostumbrada a los rigores de las culturas islámicas. Hay dos espacios ideales para apreciar el latido urbano: la enorme Plaza Tahrir, un par de calles al norte de la esplanada de la estación de tren, y sobre todo la Plaza Saad Zaghloul, más al este mirando al mar, entre Corniche y el Museo Greco Romano.
Al final de Corniche, en un imponente edificio moderno, al borde del mar, tenemos otro de los mitos de la ciudad, que es la Biblioteca de Alejandría. Creada en el siglo III, por Tolomeo I Soter, era la referencia cultural del mundo clásico con más de 700.000 volúmenes.
Destruida previsiblemente, por los romanos, era la espinita clavada en el corazón de los habitantes de Alejandría. Así, en 2003 y aunque fuera de forma testimonial, se levanta este imponente edificio llamada Bibliotheca Alexandrina, como uno de las bibliotecas más impresionantes del mundo, y en donde se han gastado ingentes cantidades de dinero, por parte no solo del gobierno egipcio, diversas instituciones, y la UNESCO. Ciudad abierta y tolerante, y a pesar de los periódicos enfrentamientos entre coptos y musulmanes, es un maridaje de culturas, y religiones que conviven de forma armoniosa.
En plena zona vieja a un paso del puerto, el barrio turco es de indudable interés. El epicentro lo ocupa la, Mezquita de Abu el Abbas, mirando al Puerto Oriental, como una de las más grandes de la ciudad, y monumento imprescindible en nuestra visita.
Es conveniente visitar la sinagoga, e iglesias de varias religiones, como la Catedral Ortodoxa de Santa Catalina, la Copta de San Marcos, o la católica. A unos ocho kilómetros al este, huyendo del frenesí ciudadano, el Palacio de Montazah (construido por el Virrey Abbas II, en el siglo XIX con hermosos jardines de estilo europeo), y que nos ofrece un oasis de tranquilidad. Lugar de residencia del Rey Faruk, el último monarca de Egipto, es el lugar de esparcimiento de los ciudadanos. Además, es esencial una pequeña visita a la colina del Pilar de Pompeyo, que pertenecía al Serapeo, templo dedicado al Dios egipcio Serapis.
La lista no estaría completa sin hacer mención a algunas de sus playas, que jalonan uno de los litorales más hermosos del Mediterráneo. Nombre de arenales como Maamoura, Montazah o Abukir son referencias obligadas para descansar del calor de la visita de la ciudad. Una enorme polis, que a primera vista nos puede parecer inabarcable, y casi inóspita, pero que desea fervientemente gustar, y sobre todo revindicar su papel como la gran urbe del Norte de Mediterráneo; melancólica y desconocida, y que vale la pena descubrir
MINIGUIA
Datos varios: La temporada ideal para la visita es fuera del verano, cuando el calor puede resultar insoportable. Además de las precauciones usuales de la protección solar, zapatos cómodos y cubrir la cabeza, no se precisan vacunas, siendo recomendable el tétanos. Para entrar en Egipto se precisa un visado que se tramita al entrar, y suele costar unos 7 euros. El prefijo local es 0020, y funcionan los móviles españoles. No es una ciudad especialmente problemática en cuanto a seguridad, pero en caso de cualquier problema recomendamos una reclamación ante la Policía Turística visible en cualquier esquina. La lira egipcia equivale a 0,13 euros.
Donde comer: La comida egipcia es excelente, aparte de los sabores típicos árabes, es una ciudad para tomar pescado, que uno mismo puede elegir antes de cocinarlo. En Corniche, el Fish Market, es un punto esencial, para comer. Al lado, el Grand Café es un punto de referencia en la ciudad. Un café francamente tradicional y recomendable es el Café Togareya en la calle del mismo nombre. Pastelerías contundentes como la Pastroudis, la Trianon o Athineos.
Que comprar: Es una ciudad en donde las tradicionales tiendas, con regusto a tiempos pasados, todavía están presentes, sobre todo en Sharia Salah Salem. Por supuesto los mercados locales y zocos son ideales para encontrar productos tradicionales, en vez de “cacharrería” propia de turistas. El zoco más recomendable está al oeste de Midan Tahrir. Regatee en cualquier circunstancia. Lugar para antigüedades, sobre todo en el barrio de Attaren.
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