REYKJAVIK: Tranquila y provinciana
Este pequeño país no necesita una ostentosa y pomposa capital para destacar. Es como si sus habitantes fuesen conscientes, de que debido a toda la naturaleza que les rodea, no necesitaran una ciudad grande que le pudiera sacar protagonismo, al bellísimo entorno natural.
Acariciada por las gélidas aguas del mar, Reykjavik se resiste a despuntar; pero cuando te metes en sus entrañas, te cautiva, con su encantadora simplicidad provinciana que te hace enamorarte, y sentirte muy «como en casa». En un país de solo 300.000 habitantes, la gran Reykjavik es un enorme pueblo de casitas bajas, ecológicamente sostenible, de unos 100.000 habitantes.
Su historia comienza con los primeros asentamientos noruegos en el 870, y su vinculación a la corona danesa hasta su independencia. No abundan los grandes edificios, sino un pequeño centro histórico, entre el puerto y el lago, y una armónica sucesión de barrios de casitas bajas de estilo escandinavo, de alegres colores. Es una de las capitales más peculiares de Europa. Sin pretensiones.
Me encantaron seis puntos esenciales
-Iglesia de Hallgrimskirkja.
De nombre impronunciable, y en lo alto de una colina, esta bellísima e inusual iglesia es uno de los iconos de la ciudad. Aunque es el templo más grande de la ciudad, no es la catedral. El final de la zona comercial, fue comenzada en 1937 segun diseño de Samuelsson Gudjon, y terminada en 1986. Un capricho geométrico, que rinde homenaje a los glaciares, lava y rocas del paisaje islandés. Enfrente una estatua de Leifur Eiriksson. Uno los exploradores vikingos más famoso de su historia.
-Barrio comercial
No podemos esperar lujosas boutiques, sino como un ocurre en toda la estética de la urbe, de un urbanismo tranquilo. A lo largo de las arterias principales de Laugavegur y Skölavördustugur, y callejuelas aledañas, se mezclan multicolores casitas familiares y pequeñas tiendas. En un principio, no nos parece una sofisticada zona comercial, de una gran capital, pero tras su insulso aspecto, encontramos elegantes marcas locales, exquisitas pastelerías, interesantes artesanos locales, y prestigiosos diseñadores locales. Lo pequeño es hermoso.
-Centro histórico
Si hay un enorme litoral, el centro histórico se desarrolla a un lado de un cálido y agradable lago interior llamado Tjörin. A él, asoman fachadas de casas, de las clases pudientes. Iglesias, edificios públicos, jardines. Es el paseo ideal de los habitantes de Reykjavik, que pasan el tiempo alimentando a los famosos patos y cisnes del lago. Su feo y semi acuático ayuntamiento, esconde detrás, el corazón anímico de la ciudad.
La Plaza Austurvöllur, es hermosa, humilde y sencilla, pero en sus lados encontramos un minúsculo parlamento, la pequeña catedral y el Hotel Borg, un hotel bien de toda la vida, y lugar de reunión de las elites del país. Entre otros edificios de piedra antiguos, que van por la calle trasera Austurstraeti está el bermellón edificio de correos.
Islandia es mar, pescadores y exploradores marítimos. Hoy sus barcos de pesca aún aportan gran parte de los recursos del país. Ferries, bacaladeros, guardacostas, y barcos de distinto pelaje, se sitúan en el Old Habour.
Hoy ha perdido gran parte de su carácter comercial, para ser una zona de ocio. Bares de moda, tiendas, cafés, locales guapos, y atracciones como el Saga Museum, ocupan antiguos edificios portuarios para disfrute de propios y extraños.
-Harpa
La estrella de arquitectura moderna del momento. La ciudad se encuentra situada en la península de Seltjarnarnes y está rodeada de agua, bahías, ensenadas y escénicas montañas. Una ciudad que parece un apéndice del entorno natural. Desde el puerto, pude veía el portentoso Monte Esje.
La luz teñía de rosa sus laderas. El centro de conferencias y conciertos es el homenaje del genial Mies Van der Rohe a la naturaleza islandesa.
Como un enorme cubo de hielo, que adopta diversos colores, desde el azul de las aguas, al verde de las auroras. Un canto a la diversidad islandesa. Más de 4 millones de visitas desde el 4 de mayo de 2011.
-Barco Vikingo
Me encanta caminar por el litoral. El paisaje es puro. Un islandés hace equilibrios al lado del mar. El aire es puro y perfecto para oxigenarse. Ese mar frío y agresivo, que forjó el carácter de los vikingos. Los mejores navegantes del mundo.
Más allá, brilla la silueta metálica de una especie de barco vikingo. El Solfar Sun Voyager es otro icono muy fotografiado. La genialidad del artista Gunnar Arnason. Una especie de barco de los sueños.
Cada trayecto cuesta 2,15 € y hay que pagar al conductor con el cambio exacto. El billete admite conexiones, durante 75 minutos. La Oficina de Turismo Central queda en Adelstraeli 2. Si queremos visitar otros puntos, usar de forma ilimitada los transportes públicos y visitar museos como el Marítimo, el Saga, el Museo Nacional , el de Arte y Arbaer Open Museum debemos pensar en comprar una Reykjavik Card por 24, 48, o 72 horas.
Pero, como todo en Islandia es cara. Aunque disponga de un conjunto de descuentos, los precios parten desde 35 euros para la de 24 horas. El cambio aproximado es 1 euro es igual a 118 coronas islandesas. No es un país de la Unión Europea, pero sí está dentro del area Schengen, por lo que solo entrarás con DNI, y la sanidad es gratuíta para todos los ciudadanos de la Unión Europea. Si tus planes de viaje, son en invierno cuenta con que tendrás unas 6 horas de sol, y larguísimas noches blancas en verano.
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