Visitando el Oceania Sirena
En una mañana brumosa del verano galaico, el Oceania Sirena, hacía su entrada en el puerto de Coruña. La autoridad portuaria prepara la metopa, y se organiza un pequeño acto a bordo, con un capitán que nos recibe con los brazos abiertos en un pequeño cocktail, en uno de los coquetos bares.
Después de esbozar su amplísimo currículum en diversas compañías, nos trasmite en un acto familiar, que el Sirena, no es una gigantesca nave, sino que brindan a sus pasajeros una experiencia muy personal.
El Oceania Sirena entra en la compañía en abril de 2016, en un acto “excesivamente íntimo” en Barcelona. Mirando su casco, nos suena, y mucho. Todos recordamos Renaissance Cruises, y los R Class, uno de los barcos de inspiración clásica más exquisitos del momento. Tras su quiebra, muchos pasan a Oceania, y este en concreto a Princess Cruises como Tahiti Princess. Entrando en su refinado hall, sabemos que ha sido tan mimado, que se mantiene en un estado inmaculado, y sobre todo con renovaciones, que han sido muy fieles a la filosofía inicial de la compañía. Muy al contrario que la “interpretación” del concepto, y su añadidos modernos de los Azamara Quest y Journey, también de la saga R Class.
Pero que hace al Sirena ser un barco tan, tan atractivo?. En primer lugar los millones de euros usados en su renovación de 35 días en Marsella, que parece que fue realizada para que los pasajeros no noten los cambios, pero que incorpore lo mejor del mundo Oceania. Y esto es, clase y sofisticación a precios moderados. Algo que hace a la compañía, ser una de las ofertas más atractivas del sector.
Se puso atención en cambiar cabinas, renovar restaurantes, e intentando plasmar en un espacio más pequeño, la exquisita y variada oferta gastronómica de sus hermanos mayores: Oceania Riviera y Marina. Las telas no son estridentes, o que saquen protagonismo al barco en si. Clásicas, pero armónicas a la vez, dando una aperiencia de intemporalidad casual. Y si en algunos barcos de la serie R, como cuando operaban en Pullmantur, las cubiertas de madera habían perdido cierto lustre, en este caso lucen espectaculares, bruñidas, y con olor a maderas nuevas.
La decoración interna de los camarotes, está totalmente renovada, con leves modificaciones para hacer que el aspecto sea más fresco y actual, al igual que la opulenta biblioteca. Se mantiene su look de principio de siglo, pero todos sus artefactos, y detalles no traicionan la orientación decorativa original. Algo que nos hacía sentir como navegando en un gran vapor de la época gloriosa de los grandes liners. Madera, cuero, cuadros, Chippendales, chimeneas etc. Que sí, que sí….el hall sigue pareciendo sacado de la escalera por donde Rose baja en su cita con Leonardo de Caprio en Titanic.
Pero el éxito de Oceania es su gastronomía. Quizás de lo mejor que he probado a bordo, e infinitamente mejor que muchas navieras de lujo. Y había que plasmar su oferta en un espacio más pequeño. El gran restaurante principal de estilo Jacobino (aun lo es, al contrario del refrito raro que hizo Azamara), ofrece las mejores creaciones, e incorpora platos del Chef estrella Jacques Pepin, que asesora las creaciones francesas del Restaurante Jacques.
La cubierta superior a babor y estribor, en popa son el lugar perfecto para recoger dos restaurantes más. La mezcla perfecta del oriental Red Ginger se recrea para seguir deleitándonos con la cocina de fusión oriental. Y la parte más moderna de la nave, la representa The Tuscan que viene a ser una especie de fusión entre el Polo Grill y el Toscana, restaurantes separados en los barcos más grandes de la compañía.
El resto del barco sigue manteniendo el espíritu general. Podemos encontrar el Baristas, con el mejor café, el salón bar Martinis como epicentro de la vida social, y el precioso salón-teatro de proa. Donde los cambios son más llamativos, es el bar Panorama en la parte más alta del barco, que es una copia “en pequeño”, del Riviera y Marina.
Sin duda, una nave perfecta, para un crucero perfecto.