No hay más lugar más evocador en el Mediterráneo. Detrás de una escénica placidez, se encuentra una titánica lucha de los elementos, que conviven de forma inestable. Y cuando no; producen cataclismos épicos. Entrar en la bahía de la isla, también llamada caldera por mar, da un aspecto inquietante. Gigantes acantilados que rodean un enorme volcán en el centro de la ensenada, y que nos recuerdan que entre 1628 y 1627 AC, el mundo se paró cuando el volcán, saltó por los aires, hundiendo en las aguas a media isla. Una de las tragedias mayores de todos los tiempos, produciendo olas gigantes que provocaron desastrosos efectos, incluso en la cultura Minoica de Creta. Dejó un rastro de muerte, y destrucción en los anales de la historia. Sin duda algo de aspecto bíblico, y que muchos estudiosos no tardan en situar a la Atlántida en las profundas aguas de Santorini.
Con la placidez que nos provoca anclar en la pausada bahía, nos cuesta creer, que tal nivel de devastación haya ocurrido en un lugar tan bucólico. Pero también es una especie de infierno; un mar con corrientes traicioneras, un viento muy inestable, y un paisaje lunar de acantilados, y un volcán activo, que contrasta con el cielo calmo, enmarcado por las casitas blancas colgadas sobre los altos de Santorini. Un mundo antagónico en equilibrio, que la convierte en la isla más hermosa del Mediterráneo. Santorini no tiene puerto de atraque para cruceros, con lo que se debe usar tenders, que nos dejan a los pies de un acantilado, el puerto de Skala Fira.
Para subir a su capital Fira, tendremos tres formas: a pie, que precisa grandes dosis físicas, usando los pobres burros locales, y lo más sensato es a través del teleférico, en el que usualmente hay esperas largas, dependiendo de si hay concentración de otros barcos en el puerto. Por desgracia las visitas suelen ser muy cortas, y no queda nada más que callejear por Fira, alguna excursión al volcán, o al vecino pueblo de Oia. Es esta una escala en donde las excursiones del barco, suponen una opción especialmente recomendable, al tener que aprovechar el tiempo al máximo.
Sin duda, encaramado en lo alto de un acantilado de 260 metros, las casitas blancas de Fira, parecen un manto de nieve, encajado sobre los negruzcos peñascos, y que parecen que se desmoronan hacia las aguas de la caldera de forma pausada. Es un mundo de románticas panorámicas, callejuelas blancas, tipismo griego y mezcla de tonalidades añiles y blancas en un cielo muy luminoso, que recrea todos los tópicos de lo que debe ser un perfecto y celestial escenario griego. Selectos cafés y restaurantes, en panorámicas terrazas sobre los acantilados que nos invitan a sentir la magia del Mediterráneo. Justo después de subir en el teleférico nos encontraremos en el bullicio, sobre todo en la calle más comercial de Odos Erithrou. No hay mapas, callejee siempre llegará al mismo sitio. El azul mar. Hay que decir, que es una de las escalas más encantadoras, pero en donde hay que establecer un control más exhaustivo de nuestro tiempo. Primero porque, se fondea no más de cinco horas, y segundo porque se pierde mucho tiempo entre colas en los tenders, ascenso y bajada de los teleféricos. A veces las colas, son insufribles, y se recomienda una bajada por los senderos de los acantilados, hasta el puerto. Por eso Fira es la opción preferente, y la vecina localidad de Oia, pactando el precio del taxi. Tampoco es que la capital ofrezca demasiado, más que recónditos esquinas, pero tendría que mencionar un pequeño Museo Arqueológico cerca del teleférico, en donde se atesoran piezas valiosísimas de Akrotiri, la Pompeya del Egeo, que pereció en la famosa erupción del volcán.
Aunque representan una de los yacimientos arqueológicos más importantes y mejor conservados, perennes obras de rehabilitación las mantienen cerradas en tiempo indefinido. Y su reapertura comienza a hacerse de rogar, aunque solo sea para contemplar dos obras culmen del arte mundial como los frescos de los púgiles y el pescador. En Fira, no debemos dejar de visitar además, las catedrales católica y ortodoxa. Oía es el pueblecito bohemio por excelencia de la isla, y lugar de encuentro de la gente guapa, y como en el caso de Fira, es la subliminizacion de los tópicos, con ciertas dosis de “azúcar” paisajístico.
Todo es perfecto en Oia: paredes encaladas, callejuelas, tonalidades blancas y azules de puertas y cúpulas de sus iglesias, y sobre todo un lugar tan perfecto que parece sacado de una postal. El edificio local más significativo es la Iglesia Panagia de Platsani. Aparte de taxis, o la excursión organizada, desde Fira, si somos más aventureros y tenemos un presupuesto más ajustado, podemos caminar unos metros hasta la estación de buses en Gold Street, en donde tendremos buses, de la compañía KTEL cada hora. Hay que encajar muy bien los horarios, y dejar una opción posterior, en caso de perder nuestro autobús inicial.
Si tenemos la suerte de disponer de buena salud, y sobre todo en el caso de escalas largas, deberíamos caminar desde Fira a Oia, por el sendero Imerovigle, o también conocido como el “balcón de Santorini”, a 3 km, y visita la fortaleza en el Peñasco de Skaros Hay otras opciones para viajeros más aventureros e independientes, como la visita del Volcán Palea Kameni, en el medio de la caldera, y al que se puede llegar con un pequeño ferry que se toma en el propio puerto de Skala Fira. Sin embargo, no son frecuentes, y quizás si no vamos con una excursión organizada podríamos quedarnos en tierra. La visión del cráter aun activo, es sobrecogedora; aunque realmente, la pequeña isla no ofrece demasiados atractivos, salvo bañarse en el mar, y las aguas termales de la zona, o tal vez con una ración de pescado de los pescadores locales. Usemos taxi, excursión del barco o de cualquier agencia que proliferan en Fira, hay puntos esenciales en la isla.
Un buen ejemplo es Mendrinos Travel, justo al salir del teleférico, hay que girar a la izquierda. Esta agencia, aparte de organizar visitas compartidas de los puntos más interesantes de la isla, nos ofrecen un amplio programa para nuestros desplazamientos, en donde destaca la original opción del alquiler de scooter, para disfrutar de aire de la isla. Asimismo, y aunque la isla sea pequeña, el alquiler de un automóvil es una opción francamente interesante. Espacios particularmente atractivos sería en primer lugar, a escasos kilómetros de la ciudad, la antigua Ciudad de Fira, en donde todavía se conservan interesantes ruinas dóricas, y tumbas del siglo noveno. Aunque la isla no es precisamente lisa, y está rodeada de acantilados, conserva algunas playas excepcionales. Tendría que mencionar sobre todo, las de Kamari y Perissa, al sudeste de la isla. Esta última, es sin duda la mas grande y famosa de Santorini. Quizás excesivamente urbanizada, en ciertas ocasiones saturada sobre todo en temporada alta, es la zona de veraneo más importante de la isla.
Quizás ciertamente más tranquila sería la Playa Roja, encajonada en espectaculares acantilados rojos. Además la amplísima Vlichada, Avis, Exo Gonia, y sobre todo la de Armeni, situada en un pintoresco pueblo de pescadores, y cuya actividad más destacada es el submarinismo en un abismo subacuático. Hay otros lugares francamente hermosos. Pyrgos, con su famoso monasterio, que parece una tarta de boda, ofrece estampas típicamente campestres. Situada, entre Fira y Megalochori, este pueblecito es todo placidez, y permanece alejado del constante palpitar de la vida de la capital. Es el punto más alto y tiene unas impresionantes vistas de la isla. Como en otros puntos del Egeo, está coronado por una fortaleza, junto con hermosas mansiones neoclásicas. Usualmente, las escalas de cruceros no nos permiten contemplar la escena más celestial de la isla, y sin duda con los amaneceres y atardeceres desde el pintoresco Oia. Es un broche perfecto para nuestra breve visita a la isla. Una borrachera de tonalidades rosadas, amarillas, que parecen inspirar la paleta de un pintor. En su momento más álgido, la actividad del lugar, se paraliza, para extenderse un rotundo silencio entre los veraneantes, deleitados con esta celebración de la naturaleza. Sea en pie delante de un mirador, o en una taberna al aire libre, ciertamente es una experiencia única que se le ha dado un carácter místico y mágico. Algo que tardaremos en olvidar.
DATOS PRACTICOS
Que comer;
Aparte de las variedades universales de la cocina griega, como Gyros, la Moussaka, Tatziki o las empanadas de masa filo y fetta, debemos tener en cuenta algunas variedades locales, en donde destacan los pescados. La lenteja local “fava” es la base de numerosos platos, como Dip de Fava; el queso local Chloro es fantástico, al igual que platos como la Sopa Mageiritsa, o los tomates rebozados Tomatokeftedes. El vino local Visanto es famoso, ya que las tierras volcánicas favorecen el cultivo de una uva de calidad. Aunque en ningún lugar del planeta se concentran tantos buenos restaurantes, en tan pocos metros cuadrados, me permito colocar algunas sugerencias. Dos selectos que implican: vistas, velas, y terrazas, y que serían el Selene, en Yiorgos Hatziyannakis, y el Ampelos en Fabrica Centre (al lado de la iglesia más grande de la isla). Además un café-restaurante mítico, también con vistas a la caldera, y famoso por sus helados, y pasteles: el Café Clásico en Ypapantis Street.
Compras;
Gastronómicas como vino Visanto, aceitunas, halva, pastas de almendras, lokum, adicionalmente trabajos de ganchillos, tejidos, joyas bizantinas, reproducciones de cerámica clásica, y sobre todo jabón de aceite de oliva. No podemos dejar de mencionar las acuarelas y cuadros, con motivos de Santorini.
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