Cinco visitas en el entorno de compostela
Cuando los peregrinos se asomaban al Monte del Gozo y vislumbraban las imponentes torres de la catedral, lloraban tras un largo y penoso peregrinaje. El “bosque de piedra”, como algunos poetas han calificado a Compostela, es un lugar mágico para pasar horas y horas, ensimismado, con la borrachera de arte que aflora en cada esquina. Aunque la urbe causa un magnético influjo, conviene saber que hay vida más allá de la sombras de las torres de su catedral.
El entorno rural es esplendoroso, y casi virgen; y alquilar un coche es un antídoto perfecto para oxigenarse y evadirse. Hay cientos de lugares especiales y probablemente mi elección no sea compartida; pero ahí va mi top five. Cinco visitas perfectas cerca de Compostela. El plan perfecto para un fin de semana, en el que busquemos un contacto con una Galicia tradicional, y tranquila. Mano al volante; os invito a conducir por paisajes de ensueño.
1) Pazo de Oca
Llamado, con ciertas pretensiones, el Versalles gallego, no por la riqueza de su pazo, sino por sus elaboradísimos jardines, diseñados con una mezcla de opulencia e intimismo galaico. Se cree que ya en el siglo XII había una fortaleza. Hoy propiedad de la Casa de Medinacelli, mantiene el pazo para uso privado, pero los jardines son de acceso público. Aunque el Pazo en sí tiene una presencia cautivadora, los jardines de extensión destacable es la joya indiscutible.
Es la perfecta fusión entre casa solariega gallega, y jardines palaciegos. Con varios elementos destacados, llaman la atención el jardín botánico, la gran avenida arbolada, y la serenidad armónica de unos jardines decimonónicos. Fuentes por doquier, pero la estrella del jardín es el gran lago alargado, que es una combinación fantástica de placidez, agua y piedra. A 36 kilómetros de Santiago, se accede por la antigua carretera a Ourense, torciendo a la derecha en la localidad de Oca.
2) Noia
¡¡Vaya, vaya…aquí no hay playa¡¡, por mucho Obradoiro que haya. Pero la Ria de Noia, como si un cuchillo se tratara se mete en tierra de forma atrevida; y a 20 minutos (como un paseo de metro en Madrid o Barcelona), nos permite disfrutar de la Playa do Testal, y sobre todo de este pequeño y coqueto pueblo monumental, en donde vemos la prototípica representación de un pueblo gallego en toda su esencia.
Y encima bien conservado, con un patrimonio monumental destacado. Nombrado conjunto histórico de interés desde 1985, sus callejuelas y soportales, son ideales para el tapeo y pasear. Palacios, y casonas como a Casa Xouba, Rosa o Senra, pazos o rincones pintorescos, lo hacen un lugar ideal para perderse. Hay que visitar especialmente San Martiño, Santa María de Noia, de estilo gótico marinero, y las tumbas gremiales medievales, además de los jardines de la Alameda.
3) Ponte Maceiras.
A solo 17 kilómetros de Santiago, por la carretera de Noia, y torciendo hacia Negreira, es la aldea visualmente perfecta e intemporal, en donde todo parece haber sido diseñado con dosis de preciosismo perfecto. Perdida en un entorno netamente rural, este pueblo embarca una vista de postal, deliciosamente tópica. El agua pasa debajo del gran puente medieval de piedra, jugueteando con unas arcadas centenarias cubiertos de musgos.
Si en los Pilares de la Tierra de Ken Follet, el puente era el “leif motiv” del pueblo de Kingsbridge, la presencia del pétreo monumento de esta localidad es también el objeto de miles de cámaras que retratan esta hermosísima aldea. Cierre los ojos, y disfrute sentado en una piedra, de los sonidos del agua pasando por debajo.
4) Padrón.
A menos de 20 km, por la antigua carretera a Pontevedra, la pequeña villa de Padrón tiene todos los elementos para disfrutar, deleitándose con el casco histórico medieval. El llamado “Espolón” sigue siendo un decadente paseo fluvial, en donde los lugareños les gusta pasear.
Ver y ser vistos. La romántica Alameda es motivo de orgullo, pero si algo justifica la visita, es ser la ciudad de Rosalía de Castro. Alma mater de la literatura galaica. Su casa típicamente gallega guarda decenas de objetos de la poetisa, que cantaba con melancolía y “alma” las virtudes del terruño gallego.
5) Paz monacal de Sobrado Dos Monxes.
Desde Santiago, por la carretera de Lugo, torcemos hacia Sobrado en Arzua, capital del queso de Galicia. Seguimos cruzando zonas de indudable belleza; al fondo del paisaje, nos llamará la atención la potente presencia de un verdadero “Cluny” galaico. Nos sorprenderá la riqueza y prosperidad de la orden monacal, sobre todo entre el siglo X y XVII. Una fachada peculiar, da entrada a uno de los complejos monásticos más deslumbrantes y grandes de Galicia.
La desamortización de Mendizabal, lo hizo caer en una ruína absoluta, hasta ser restaurado por el cardenal Compostelano Quiroga Palacios en el siglo XIX. Las dimensiones de la asoballante iglesia Barroca, sacristía y demás dependencias pétreas son hercúleas. Todo el magno conjunto justifica una visita, pero llama la atención la Sala Capitular, y los claustros. Silencio, y meditación.