TULUM: La morada de los dioses
Encaramado en lo alto de un acantilado, todo lo que alcanza nuestra vista, es una sucesión de palmeras, arenales, agua impoluta, y unos afilados arrecifes estratégicamente colocados, que eran un gran riesgo para la navegación de las naves que intentaban conquistar el lugar. Fue mi primera visita en el Yucatán, y el destino comenzaba a vislumbrarse como algo maravilloso. Hoy turistas se deleitan en unas de las playas más hermosas de la tierra, pero podemos imaginar una comunidad volcada con las actividades pesqueras, viviendo de lo que el entorno le ofrece.
¿Y que quedan de las ruínas?
Sobre todo el altivo templo del Castillo, que domina la antigua Zamá que significaba «amanecer» como culto al «sol descendente», y la verdad es que no podemos imaginar amaneceres más hermosos, en este parque natural.
Aunque hay restos del siglo VI podemos decir, que el grueso de las ruinas son del siglo XII a XV. Aunque fue habitado por los invasores, quedó desierta, sin saber la razón, hasta que en 1842 fue dada a conocer por John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, sobre todo tras sus hermosos grabados del idílico lugar. Además del Castillo, destaca el Templo de los Frescos, con unos enigmáticos grabados.