MINICRUCERO COSTA ATLANTICA: Savona, desembarque y conclusiones
Una ciudad a desmano, que no deja de ser un lugar que adquiere una cierta relevancia cuando Génova y Costa no llegan a un acuerdo para establecer una base operativa. Leyendas urbanas dicen que la compañía lanza un órdago, que Génova interpreta un farol. Cierto es que cuando entras en Savona, siempre te topas con un plantel de Costas, lo que resulta todo un espectáculo matinal. La verdad es que, aunque la escala es larga, no me motivaba realizar largos desplazamientos a Portofino, o Mónaco, y la pequeña localidad, a priori no da para mucho, o eso pensaba yo al principio.
Tras la insistente lluvia de Marsella, Savona amanecía con una preciosa luz color azafrán. Tras un desayuno en el restaurante principal, menos caótico y tras superar el desembarque/embarque de gran parte de los pasajeros, decidí una nueva cita con la bellísima Génova.
Siempre con una animación destacable, y aunque ha perdido un cierto lustre, nos sigue presentando un patrimonio sereno y hermoso. Palacios, una marmórea catedral, la hermosa Via Garibaldi, o simplemente dejarse llevar por la vida local, sus cafés, y el Acuario. A posteriori, no es que Savona sea una ciudad, italiana en el plano monumental, pero no deja tener un cierto encanto y rincones agradables. Los trenes (cuya duración van desde los 35 a los 60 minutos), son frecuentes, rápidos y puntuales, aunque debemos de considerar, que el último tren que deja Génova, sale a las 14:35 lo que puede limitar la escala en la capital de la Liguria.
En la estación hay un bus, el 62 más concretamente que termina exactamente a pie de la terminal Palacrociere, y por consiguiente delante de los barcos de la compañía, a 100 metros del centro histórico de Savona. Bombardeada salvajemente en la Segunda Guerra Mundial, junto con otros puertos como Livorno, y Civitavecchia, ¿que nos ofrece la desconocida Savona además de restaurantes de pescado a la izquierda, en el antiguo puerto de pescadores?.
Un pequeñito entramado de callejuelas monumentales, con algunos monumentos destacables, enmarcadas por la calle deciochesca porticada de Paleocapa, Manzoni y Giuria. Puntos esenciales, serían la: Catedral de Santa Maria Assunta, Capilla Sixtina y una torres medievales a modo de “mini Bologna”. Adicionalmente la fortaleza de Priamar, y Torre Gibelina. Más allá, coquetos bulevares, plazas acogedoras como la Mameli etc. La verdad es que resulta un lugar tranquilo, y placentero para pasar unas horas.
Regresamos
La salida temprana, fue perfecta para ver durante con la luz del atardecer, la hermosura de la Riviera Ligur. Es hora de maletas, últimas compras, o dejarse llevar por la exquisita experiencia del Café Florian.
El Costa Atlántica dedicado a Felini, rezuma toda la magia “italianíssima”, de la época mítica del celuloide italiano. No es que haya una fuente en donde una hermosa dama tipo Elke Sommer se bañe de forma sugerente, pero si otros símbolos.
Nada más cinematográfico que el famoso Café Florian de la Piazza San Marcos de Venecia. Maravilloso lugar de serenidad. Cappuccinos imponentes, dulces sacados del famoso café en un entorno sinceramente perfecto. Un lugar para soñar, y sobre todo para disfrutar de forma pausada algo tan italiano como un café. Of course “italian style”.
Tras la cena, caminamos por la cubierta, mientras que el barco avanzaba lentamente hacia Barcelona, con unas aguas casi estancadas. Y más “costa conga” está vez con los clásicos del folclore popular italiano. La verdad que puede parecer un poco popularzón, pero no deja de “tener su puntito”. Sobre todo cuando necesitas una inyección de alegría.
DESEMBARQUE: Conclusiones
Lo mejor de los minis, y en el caso del Atlantica, es no llegar hasta Barcelona hasta las 13:00 lo que resulta perfecto para no madrugar, evitar el stress matutino del desembarque, participar en las actividades que se organizan por la mañana como las manualidades, y sobre todo saborear con pausa los últimos momentos.
Poder desayunar de forma relajada, último baño en la piscina, ver a Squak (la mascota Costa) caminando por los pasillos, o incluso comer tranquilamente en el buffet mientras el barco entra en el puerto de Barcelona, aunque la comida se nos atragante, viendo como un petrolero basura limpia sus tanques a la entrada.
Como solo parte del pasaje desembarcaba, la salida fue sinceramente suave como una exhalación. El enorme Carnival Breeze iba a acompañar a nuestro Atlantica, en la terminal exclusiva Palacruceros.
Charla de bloggeros en Barcelona
Lo mejor de los cruceros es poder departir al final, y comentar mis experiencias con importantes, y profesionales del sector, bloggeros de referencia como Germán de Navegamos en Crucero, y Mireia de Nos Vamos en Crucero, sobre las particularidades del sector, en Barcelona. Siempre es perfecto para intercambiar ideas, comentar detalles de esta apasionada industria, y aprender mutuamente. Perfecta reunión.
Regreso en un vuelo suave como una seda, y una vez en casa, después de una compacta y placentera experiencia establezco cinco razones porque un crucero Mini Costa es perfecto.
-Disponibilidad de pocos días, para un grupo de pasajeros con cada menos tiempo libre.
-Precio excepcionalmente bajo, con un “All inclusive” recomendado para economizar.
-Calidad de servicios dentro de la pauta de Costa Cruceros, salvo la presencia de algún garbanzo negro en la tripulación. En todo momento, sentimos todos los elementos claves de un gran crucero de forma compactada.
-Embarque y desembarque en cada puerto. Ideal, para evitar grandes muchedumbres.
-Aperitivo ideal para huir del aburrimiento de la temporada baja, y al mismo tiempo saber si nos gustará la experiencia cruceril. Y aunque con una decoración, nivel sonoro y ratio espacio por pasajero mejorable, un barco bastante óptimo con lugares brillantes.
Y añado a título personal, ¿En mi maravilloso Costa Victoria?. ¡¡¡Placer de dioses¡¡¡. ¿Alguien quiere rescatarlo de Asia por favor, y traerlo?.