Como una tormenta arruína tu visita de CHICHEN ITZA
Hay veces, que no importa las ganas que pongas en visitar algo, porque si los «elementos» se alían para jugarte una pasada, por ley de Murphy se juntarán. Olía en el ambiente que la guinda del viaje, o sea Chichen Itzá, iba a no ser algo pleno. Como volar horas y horas para ver al Monte Fuji, y que las nubes lo escondan. O que visites el Cristo de Corvocado, y que tenga andamio. Esta tarde iba a ser algo así.
Un leve contratiempo con nuestro autobús iba a minimizar la visita, y llegando muy cerca del cierre, unas negrísimas nubes, amenazaban por pasar por agua, mi deseada visita de las magnas ruínas. Una de las más impresionantes, grandes, e intactas de todo Méjico. Rodeadas de magia, fascinación es visitada por millones de turistas. Como en otros casos, la ciudad es abandonada en el siglo IX, sin saber las causas reales. fue repoblada por los Toltecas, que hicieron el culto a la serpiente emplumada Quezalcoatl algo esencial en su cultura. Se convirtió en una ciudad netamente religiosa, hasta que de nuevo se abandona de forma definita en el siglo XIV.
Cuanto entras recibes un tremendo bofetón, y en el centro te encuentras de bruces con la Pirámide de Kukulcán, uno de los edificios más famosos y hermosos de la América precolombina. Altiva, intacta, y apuntanto a las nubes. Ordas humanas suben por las escaleras, aunque en inestable equilibrio. Queda poco. El ambiente era tan pesado, que el huesped «inesperado», llamada tormenta amenaza con frustrar el asunto. Quedan solo dos horas antes de que cierren.
De 25 metros de altura, reconstruyendo un calendario Maya en piedra, ofrece la imagen virtual de una serpiente trepando por las piedras durante 22 minutos, en un momento del día en el equinocio de primavera y otoño (sobre el 21 de marzo, y 23 de septiembre). Ya desde el primer momento percibimos la maestría constructiva de los ingenieros y constructores Mayas.
¿Qué más visité?.
Y digo visité, porque es complicado deglutir un lugar tan portentoso en tan poco tiempo.
–Juego de Pelota: No era simplemente una simple pachanguita de coleguillas. Esta mezcla de baloncesto y fútbol era algo cruel e intenso. Una especie de «foro romano», en donde se creía que los vencedores eran eran dioses, los vencidos aniquilados. Se sabe a través de unas inscripciones en piedra las particularidades del juego. Las protecciones de cuero, la dureza de la pelota etc. El fin era meter la pelota en un aro de piedra a lo alto. Y se cree, que era un juego particularmente violento.
–Templo del Barbudo y Jaguares: con sus hermosas columnas con relieves de flores, pájaros y árboles. El Templo de los Jaguares destaca por los motivos de serpientes en su decoración.
–Plataforma de las Aguilas y Jaguares: De carácter militar, para las legiones que capturaban a las victimas para el sacrificio.
–El grupo de las Mil Columnas. Un vasto completo, que comprende el Templo de los Guerreros, de Chac Mool, y un baño de vapor.
–Casa Colorada, y el Observatorio. Este último es uno de los edificios más destacados de las ruínas junto con la Pirámide de Kukulcán. Y lo es, por ser uno de los pocos observatorios que quedan en el mundo Maya, y que nos demuestra que poseían unos avanzados conocimientos astronómicos.
–Edificio de las monjas es quizás una de las estructuras más grandes con su base de 60 metros, de largo, 30 de ancho y 20 de alto.
La violenta tormenta con rayos y truenos, hacen que no se permita gente en el exterior. No solo por el peligro de ser alcanzado por un rayo, sino por la violencia de la lluvia, y el viento. No hay mal que por bien no venga, ya que la cantina nos ofrecía, tras quedar mojados como pollos, unos aperitivos mejicanos. No fue una visita frustrada, pero si que pude haber sacado más jugo.
Se dice, que hay que dejar sitios por ver, para poder volver a cualquier lugar.